chalequismo

Chaquetero & Chalequero


TONI AYALA (textos)

En diversos ámbitos de nuestra sociedad, especialmente, la política, se utiliza la expresión coloquial “chaquetero” para referirse a la persona afiliada a algo o a alguien que traiciona sus principios por conveniencia y que cambia de bando.

En el ámbito político, se utilizan también una serie de sinónimos, como “tránsfuga” o “no adscrito” o, incluso, el elegante “independiente”, para definir a un político que, a medio camino, cambia de chaqueta para ponerse bajo el paraguas de otro partido o, incluso, para ir a solas.

Este tipo de chaqueterismos son más comunes en la política municipal e, incluso, muchas veces condicionan la gobernabilidad de un municipio si los resultados electorales fueron muy ajustados. Hasta el punto, que uno o varios chaqueteros pueden llegar a propiciar que se cambie de alcalde o alcaldesa a medio mandato.

En la última crisis de Podemos, hemos visto cómo Íñigo Errejón anunció hace pocos días por sorpresa y sin pactarlo con la dirección regional ni estatal de su partido –ni sus socios, IU o Equo– que concurriría a las elecciones regionales madrileñas bajo la marca de Más Madrid, la plataforma ideada por la alcaldesa Manuela Carmena y ajena a Podemos.

Tras 96 horas de crisis, a causa de este episodio inesperado de chaqueterismo, Errejón renunció a su escaño en el Congreso de los Diputados, desde el cual representaba a Podemos.

Del 15-M a los chalecos amarillos

Pero, hablar de los habituales chaqueteros de la política, que siempre los ha habido y siempre los habrá, es solo a modo de introducción de un nuevo fenómeno político: el chalequismo.

Y no se trata de valorar si está bien o está mal, porque se supone que cada uno es soberano sobre sus ideas, sino de subrayar que la política actual tiende hacia un perfil de nuevo político que decide intercambiar el chaleco por la chaqueta. Se puede decir que es una novedad, aunque ya hace unos cuantos años que se viene manifestando, aunque desde Francia nos llega ahora aún con más claridad.

¿En qué cosiste el chalequismo? Pues, en unirse a un movimiento ciudadano de protesta callejera, que se crea como rechazo a la clase política dominante y con un ideario apolítico. Y esto es lo más importante, porque, en teoría, estas iniciativas ciudadanas subrayan los males de las políticas de la casta sin la voluntad o el objetivo aparente de convertirse con el tiempo, precisamente, en parte de la casta de los políticos.

Esta ecuación ya no se cumplió con el 15-M, ni con las plataformas vecinales o ciudadanas que surgieron alrededor de este movimiento. Sin ir más lejos, las confluencias políticas del entorno Podemos provienen de aquella explosión de protesta ciudadana.

Un ejemplo de chalequismo es la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que cambió el chaleco -o camiseta- verde de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca por el despacho de la Plaça Sant Jaume. Pasó del “sí se puede” callejero al “sí se puede” institucional.

Otros casos los hemos visto en líderes de entidades vecinales, que han pasado de organizar butifarradas para reclamar un centro cívico a ocupar un escaño en el Parlament.

Tampoco se libran miembros de las entidades ciudadanas independentistas, que han pasado de desfilar por la calle en la Diada a protagonizar la pasarela de candidatos a las elecciones catalanas, municipales o europeas.

El chalequismo está de moda. Quizás está más de moda que el chaquetismo. ¿Por qué? Pues, seguramente, porque hoy en día dedicarse a la política es una de las salidas laborales más factibles, seguras y que menos requisitos académicos y de currículum requiere (el lío de los Masters universitarios lo demuestra). Otro ejemplo lo encontramos en la extrema derecha, que se está nutriendo de chalequistas ultras que crecen hoy en día como setas y que pugnan por entrar en alguna lista de Vox ante sus buenas expectativas.

Y, si el ideario de la Revolución Francesa se propagó a todo el mundo, pues es normal que la filosofía chalequista venga ahora representada por el movimiento de los chalecos amarillos franceses.

De la calle a los Parlamentos

Esta agrupación ciudadana se declaró oficialmente apolítica cuando surgió, pero, ahora, dado su rápido éxito en las calles, han decidido dar el salto también a la política. El movimiento ha formado la Reunión de Iniciativa Ciudadana, cuyas siglas en francés, RIC, coinciden con las de una de sus principales reclamaciones, el referendo de iniciativa ciudadana.

En este caso, incluso, se están dando muestras de chalequismo mezclado con chaquetismo, ya que hay líderes de los chalecos amarillos que han sido tentados para fichar y formar parte de las filas de partidos tradicionales. Porque, en Francia, a día de hoy, tener un líder de los chalecos amarillos en tu candidatura, te puede dar votos.

Así es como se cambian los chalecos por las chaquetas y las chaquetas por las americanas para que, al final, nuestra sociedad siempre acabe vistiendo igual.