Heródoto

El primer relator


TONI AYALA (textos)

La política española y catalana vuelve a estar con la luz roja encendida (si es que alguna vez se ha apagado). Ahora, el tema de acercamiento (y de confrontación, según quién opine) es la conveniencia de introducir la figura de un Relator para ayudar a que avance el diálogo entre los gobiernos español y catalán.

En seguida, todo el mundo se preguntó: ¿Qué es un Relator? Según la Enciclopedia Catalana, es “la persona que, en una asamblea o congreso, hace el resumen de los asuntos tratados teniendo especial cura de mencionar los acuerdos tomados y las votaciones celebradas”. La definición de la Real Academia de la Lengua Española no difiere mucho: “persona que, en un congreso o asamblea, hace relación de los asuntos tratados, así como de las deliberaciones y acuerdos correspondientes”.

La figura del Relator, hoy en día, se tiende a asociar a la investigación de la situación de los Derechos Humanos en diferentes países en conflicto. En relaciones internacionales existe el “relator especial”, una figura independiente nombrada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para examinar e informar sobre la situación de un país o de un determinado asunto de derechos humanos.

Hay otros organismos internacionales que han puesto en marcha iniciativas de Relator, como el Consejo de Europa. Uno de los más conocidos es Dick Marty, quien fue nombrado relator por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa para investigar la llamada “entrega extraordinaria de la CIA”, es decir, los casos de secuestro patrocinado por un gobierno y la transferencia extrajudicial de una persona de un país a otro con el fin de eludir las leyes sobre interrogatorio, detención y tortura. 

Según Gobierno y Generalitat, parece que el Relator se ajusta más a la definición de una especie de notario que certifica lo que se ha hablado y acordado en sus reuniones, intentando así alejar esta figura de la utilizada, por ejemplo, por las Naciones Unidas.

Historia del Relator

El relator o Rapporteur es también una figura muy relacionada con el ámbito judicial. En derecho civil francés, es un juez que entrega un informe escrito sobre el caso en cuestión a otros jueces del tribunal, en el que expone los argumentos de las partes, especifica las cuestiones de hecho y de derecho planteado en la disputa, y enumera la evidencia sobre el tema.

La posición se originó en los tribunales eclesiásticos en la Edad Media y fue adoptada por el Parlamento de París a finales del siglo XIII. Originalmente, los relatores no eran miembros de la corte, pero en 1336 se les otorgó plenos derechos para participar como jueces en el proceso de toma de decisiones.

Las funciones del relator surgieron cuando los investigadores fueron enviados por el Parlamento para entrevistar a testigos y recopilar documentos. Debido a que se recolectó mucho material, fue necesario analizarlo antes de poder presentarlo a los otros jueces. El relator actuó solo al hacer este análisis, pero la posición giró entre los jueces de la corte. En épocas posteriores el ponente ganó una cantidad significativa de poder.

Los procedimientos bajo los cuales se llevaron a cabo estas deliberaciones fueron secretos, y fue solo en el siglo XVI cuando el testimonio recogido por los investigadores se dio a conocer a las partes en el caso. La legislación implementada después de la Revolución Francesa eliminó estas desigualdades. El ponente tuvo que presentar su análisis en audiencia pública, y posteriormente se publicó en informes de ley.

Cuando se estableció la Corte de Casación (ahora el tribunal supremo de Francia) durante la Revolución, el relator se convirtió en miembro del tribunal. Fue puesto a cargo de examinar el expediente del caso, determinar los problemas y los medios de resolución y hacer una recomendación para la disposición del resto del tribunal. A mediados del siglo XIX, el ponente había empezado a citar decisiones anteriores en sus presentaciones ante el tribunal.

En Alemania, se utilizó el término Referente en el Reichskammergericht, la corte suprema del Sacro Imperio Romano, donde los relatores tenían responsabilidades similares.

Analizó pruebas y problemas legales e hizo sus recomendaciones a todo el tribunal.

En casos importantes se designaron dos Referentes. Los informes y las discusiones se mantuvieron en secreto, y las decisiones no mencionaron los motivos en los que se basaron. Sin embargo, para el siglo XVII, el primero de una serie de informes de ley sobre las decisiones había sido ya publicado, dando los argumentos legales y las conclusiones de los Referentes, además de los votos y opiniones de los jueces individuales.

En España, los relatores nacen en el derecho hispano por disposiciones reales y el propio Fuero Real —sobre todo, en el Ordenamiento de Alcalá— y se regulan de manera más sistemática en la Nueva Recopilación.

Hubo con anterioridad figuras parecidas entre los oidores ya en vigencia las Siete Partidas (cuerpo normativo redactado en la Corona de Castilla). Las disposiciones de los Reyes Católicos en las Ordenanzas de Medina y, más tarde, de Felipe II, terminaron por configurar la figura.

Por lo tanto, dada la tradición de la figura del Relator en los antiguos territorios de Castilla, llama la atención que haya grupos de oposición en Madrid, entre los partidos políticos, para que una figura con este nombre esté presente en las reuniones entre el Gobierno central y la Generalitat de Catalunya.

Así, los relatores era aquellos funcionarios públicos a quienes se encargaba impulsar la tramitación de los asuntos pendientes ante los órganos judiciales y otros de gobierno de los reinos. La figura original del relator era solo judicial, pero terminó trasladándose a las Reales Cancillerías y Audiencias, para más tarde llegar hasta el Consejo de Castilla y demás Consejos de gobierno de la Monarquía Hispánica.

¿Quién fue el primer Relator?

Si atendemos a la definición de Relator que quieren dar a entender los gobiernos español y catalán, esta figura se acercaría a la del notario o a aquella persona que levanta acta de unos hechos, relatos o negociaciones. Pues bien, nos podemos aventurar a decir que quizás Herótodo, quien vivió entre el 484 y el 425 a. C., podría ser considerado el primer Relator de la Humanidad, al mismo tiempo que se le reconoce como el padre de la Historia.

Las Historias (en griego antiguo quiere decir ‘aproximaciones, investigaciones’) de Heródoto de Halicarnaso es una obra escrita en dialecto jonio, probablemente en torno al año 430 a. C., y que relata los enfrentamientos que tuvieron lugar entre griegos y bárbaros (asiáticos, especialmente persas), especialmente, las Guerras Médicas. También contiene una descripción de la historia y costumbres del Antiguo Egipto.

Si nos fijamos en el revuelo que ha causado la idea de introducir un Relator para facilitar el diálogo entre los Gobiernos español y catalán, podríamos reflexionar sobre una de las frases Heródoto:

“La divinidad es, en todos los órdenes, envidiosa y causa de perturbación”.