14 de abril: día de la DUI


TONI AYALA (textos)

Ya hace tiempo, bastante tiempo, que los políticos, rodeados de asesores coleccionistas de Másters y Doctorados, toman por tontos a los votantes. La política es hoy en día, más que nunca, una partida de póquer, en la cual todo el mundo intenta sacarse un as de la manga.

Es aquí donde los consigliere, también llamados modernamente ‘cargos de confianza’, se tienen que ganar el sueldo.

Al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, alguno de sus Illuminati le ha recomendado que amenace a sus contrincantes del juego de cartas con un adelanto electoral.

Es decir, un día después de criticar que la derecha y la ultraderecha se manifestaran en la plaza Colón de Madrid para reclamarle la convocatoria de elecciones, va y desde el Palacio de la Moncloa filtran que quizás (puede ser, ya veremos…) habrá un adelanto electoral al 14 de abril. ¿Tiene algún sentido?

El supuesto as que Sánchez se saca de la manga, a parte de darle la razón de la forma más torpe a la derecha que le reclamaba elecciones ya, tiene toda la pinta de ser un farol en toda regla.

Un farol, además, muy del estilo del PSOE de los tiempos de Zapatero (perdón, ZP), es decir, con una alta dosis de marketing añadido: el 14 de abril se trata de una fecha simbólica, que coincidiría con el 88º aniversario de la proclamación de la II República en España, en 1931.

“Todo es posible”, apuntan desde el Gobierno y el PSOE. Sí, pero lo que ha hecho Pedro Sánchez es una DUI en toda regla, es decir, una Declaración Unilateral de Intereses. Puede que la manifestación de las derechas pinchara por lo que respecta al número de asistentes; puede que las encuestas del CIS le sean favorables ahora a Pedro Sánchez, pero adelantar las elecciones generales a este 2019, a mes y medio de las municipales, autonómicas y europeas del próximo 26 de mayo, se antoja como un extraño movimiento de manos en la mesa de juego de póquer.

Primero, si Pedro Sánchez adelanta las elecciones, da la razón a la derecha; segundo, ya ha quedado demostrado que el Gobierno socialista puede seguir gobernando a golpe de Decreto; y, tercero, convocar unas generales ahora, en medio del juicio del Procés, puede ser una temeridad sin que se sepa aún el desenlace y/o sentencia.

Por otro lado, en la otra parte de la mesa de póquer, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, se marca otro farol al decir que apuesta por implementar la DUI (esta sí, Declaración Unilateral de Independencia). Asegura que continúa dando validez a la declaración de independencia de 2017, porque esta DUI “es válida y puede activarse cuando tengamos la convicción y la certeza de que se debe hacer”.

En realidad, uno no sabe en qué puede beneficiar a los líderes del Procés, que van a ser juzgados en el Supremo, estas declaraciones de Torra dando total validez a la DUI de 2017. Y, por otro lado, no sé qué votante independentista puede creerle después de que, en su momento, no se llevara a la práctica.

Porque, como declaró la consellera Clara Ponsatí , en la época de la DUI, “estábamos jugando al póquer y íbamos de farol”.

Así las cosas, ahora, por una parte, tenemos a Pedro Sánchez, que presiona con su DUI del 14 de abril con reminiscencias republicanas para intentar conseguir los apoyos de los partidos catalanes a sus Presupuestos Generales. Y, por otra parte, tenemos a Quim Torra, que también presiona a Sánchez con su DUI republicana catalana.

Y, mientras tanto, crece en votos la ultraderecha, porque una cosa es no convocar a un millón de personas en la plaza Colón y otra creerse que, en unas elecciones generales, no existe la posibilidad de que aflore el voto oculto de derechas, como pasó en Andalucía con Vox.

Son los peligros de jugar al póquer sin tener, realmente, un verdadero as en la manga.