El misterioso Grito de Munch


TONI AYALA (texto)

El famoso cuadro de El grito’, del artista noruego Edvard Munch (1863 – 1944), es, en realidad, ‘El no-grito’. O, al menos, no un grito como hasta ahora pensábamos que estaba representado en esta obra conocida en todo el mundo.

El Museo Británico está a punto de inaugurar una megaexposición de pinturas de este célebre pintor, titulada Edvard Munch: Love And Angst (Edvard Munch: amor y angustia). Se podrá visitar entre los días 11 de abril y 21 de julio.

A raíz de esta muestra se ha podido afirmar, sin lugar a dudas, que el cuadro no representa al propio autor gritando, como se creía, sino que es una representación de lo que sintió ante la contemplación “del gran grito de la naturaleza” resonando a su alrededor. Por lo tanto, el artista estaría invitándonos a escuchar este sonido.

En esa exposición se mostrará una litografía en blanco y negro del cuadro con una inscripción que no aparece en la versión en color y que, textualmente, dice: “Sentí el gran grito en la naturaleza”.

En una entrada en su diario, Munch reproduce una vivencia que los especialistas relacionan con esta obra. Sucedió un 22 de enero de 1892. Ese día, compartió un paseo con unos amigos, cuando, según él, “de repente el cielo se volvió rojo como la sangre”.

“Me detuve y sintiéndome exhausto, me apoyé en la valla. Había sangre y lenguas de fuego sobre el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron caminando y yo me quedé allí, temblando de miedo, y sentí un grito infinito en toda la naturaleza”, apuntó Munch, una imagen que transformó en su famoso cuadro.

La versión del Museo Británico ha sido respaldada por el director del Museo Munch de Oslo, Stein Olav Henrichsen, quien ha afirmado al diario The Telegraph: “Hay muchos comentarios sobre su trabajo, pero tenemos las palabras del propio Munch y se trata de alguien cubriéndose los oídos mientras escucha el grito de la naturaleza”. 

Pero, ¿a qué fenómeno natural se refería Munch? En 2017, un grupo de investigadores noruegos sostuvo que las líneas rojas y amarillas que aparecen en el cielo del cuadro se corresponden con un raro tipo de nube (las nacaradas o estratosféricas polares) que se ven en ocasiones en el norte de Europa.

Sin duda, en aquel paseo, el pintor contempló un paisaje celestial espectacular, pero, al parecer, no tanto como para ponerse él a gritar.