El muro de Pedro Sánchez


TONI AYALA (texto y foto)

Pedro Sánchez cogerá el relevo de sí mismo y será, de nuevo, presidente del Gobierno español. Esta vez, no con una moción de censura, pero sí mediante una autocensura de aquella moción, puesto que el líder socialista adelantó las elecciones para, en realidad, volver a dejar a España en una correlación de fuerzas que le impediría gobernar sin contar con apoyos catalanes. Todo ello, si no pacta con alguno de los partidos de la manifestación de (ultra) derecha de la Plaza Colón, en este caso, Ciudadanos.

Pedro Sánchez vivirá en los próximos días el tradicional cortejo con los partidos para tener suficientes apoyos no solo para ser investido otra vez como el inquilino del Palacio de la Moncloa, sino también para gobernar con estabilidad. Pasamos, pues, de un escenario de película de suspense a otro más propio de una comedia romántica, si puede ser, con algo de música. Algo así como Siete novias para siete hermanos (1954) de Stanley Donen, pero en versión Siete novias para un solo hermano, en este caso, Pedro Sánchez.

Para ello, cuenta con dos elementos a su favor: uno, ha ganado las elecciones generales del 28-A de forma clara; segundo, lo ha hecho con un alto porcentaje de participación, que aleja un poco más los fantasmas de la derecha y dibuja un mapa de España un poco más de izquierdas.

Primera novia

Catalunya. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) es la gran triunfadora. Por primera vez, un partido independentista ha ganado unas elecciones generales en Catalunya, lo que debería lanzar un mensaje claro a Pedro Sánchez, siempre y cuando no vuelva a sucumbir a las presiones de los barones felipistas / guerristas del PSOE. Alguien podría pensar que ERC se puede convertir en el interlocutor más válido de los socialistas en Catalunya, no solo en clave española, sino, también, catalana, con las elecciones municipales en el horizonte y con la incógnita de cuándo se adelantarán los comicios autonómicos catalanes una vez acabe el juicio a los líderes del Procés en el Tribunal Supremo.

Pedro Sánchez ha pregonado moderación para España y, de entre los nacionalistas catalanes, el partido que se ha apuntado más a este discurso ha sido ERC, en contraposición con los mensajes lanzados desde la (ultra) derecha.

Oriol Junqueras -actualmente, aún en prisión preventiva- lideraba la lista de ERC en Catalunya. Es decir, ha ganado las elecciones entre los votantes catalanes un partido independentista cuyo jefe de filas está encarcelado. Si Pedro Sánchez mira para otro lado sobre esta circunstancia, ERC no será el interlocutor que igual sí le podría convenir. De hecho, a diferencia de antes, a los socialistas les podría valer contar solo con ERC y no tanto con JxCat si se les atraganta más pactar con el partido de Carles Puigdemont por lo que éste representa en Madrid.

Precisamente, JxCat pierde ventaja estratégica respecto al partido de Junqueras, que le toma distancia en Catalunya. El partido que gobierna en la Generalitat ha sido derrotado por el partido con el que co-gobierna. ¿Hasta cuándo irán ERC y JxCat de la mano? Esta es una de las grandes incógnitas que se empiezan a dibujar y que, en las elecciones municipales, vivirá una segunda edición.

Pero, hoy, la foto en Catalunya es que ha ganado por primera vez las elecciones generales un partido netamente independentista y que los nacionalistas catalanes, en su conjunto, no pierden fuelle, mientras que los partidos de la derecha con el discurso más pro-artículo 155 han quedado relegados a la cola.

Segunda novia

PSC. El Partido Socialista de Catalunya ha vuelto y parece que ha vuelto para quedarse. Tras gobernar en Catalunya con los tripartitos y de la mano de Pasqual Maragall y José Montilla, los socialistas catalanes han resurgido con fuerza, superando a las fuerzas que le habían hecho más daño por un lado (Ciudadanos) y por el otro (En Comú Podem). Los socialistas catalanes han sido vitales para el triunfo de Pedro Sánchez.

Tercera novia

Barcelona. El resurgimiento del PSC pone aún más interesante la próxima batalla por Barcelona -y por el cinturón metropolitano- que será de las más intensas que se recuerdan, a la altura o más de cuando CiU desbancó a los socialistas del ayuntamiento de la capital catalana con Xavier Trias.  Por suerte, la sociedad catalana ya tiene una larga trayectoria de pactos entre diferentes partidos para gobernar, una experiencia que no solo se ha dado a nivel local y autonómico, sino que podría ser ahora una novedad en la gobernanza de España.

Cada vez hay más partidos con representación en el Congreso y cada vez es más imperante una cultura del diálogo y de acuerdos. En clave local, Barcelona ofrecerá seguramente este escenario, con ERC y los comunes como favoritos -de momento- a ganar las elecciones, pero sabiendo que el hecho de vencer, esta vez, no garantiza hacerse con la alcaldía.

En cualquier caso, las elecciones generales han arrojado unos resultados en el área de Barcelona que hacen pensar que los socialistas pueden empezar a recuperar terreno en el cinturón rojo.

En este sentido, quizás lo más inteligente para el PSOE sería no tener prisa en definirse sobre quién apoyará el Gobierno de Pedro Sánchez, con una nueva campaña electoral a la vuelta de la esquina.

Cuarta novia

Andalucía / PP. El tsunami de la derecha y de la ultraderecha en las últimas elecciones andaluzas, cuando desbancaron a los socialistas de Susana Díaz, no solo ha pasado, sino que los andaluces han vuelto a votar socialista.

De hecho, el tripartito de derechas andaluz no suma en el Congreso, con lo que se certifica el fracaso de la alianza de la plaza de Colón.

Quien gobierna ahora en Andalucía (PP) es ahora un partido vencido. Pese a que Pablo Casado se queda en segunda posición en el Congreso y, por lo tanto, por delante de Ciudadanos y Vox, será un líder de la oposición derrotado. Los populares ganaron Andalucía, pero perdieron España. Y esto mismo se reproduce en Valencia y Baleares, donde las fuerzas de izquierda parecen consolidarse por delante de la derecha.

Quinta novia

Ciudadanos / Vox. Se podría pensar que ganar diputados respecto a las últimas elecciones es un éxito, pero para Ciudadanos este éxito es, en realidad, un fracaso, puesto que no han conseguido ser el partido alfa de la derecha al quedar relegados detrás del PP. Incluso podríamos pensar que Cs puede tener un peor sabor de boca que el PP, puesto que los populares han tenido que lidiar con el desgaste de la corrupción y la moción contra Rajoy, así como por el conflicto catalán y con la alta competencia a la derecha de Cs y Vox.

Para Ciudadanos, se ha demostrado que usar el discurso de ultraderecha ha beneficiado, sobre todo, a Vox. Por eso, a los de Albert Rivera, que acostumbran a ser muy volubles, se les podría pasar por la cabeza volver a hacer un giro al centro, pero, da la impresión que se han metido en un océano de aguas revueltas por el que no les va a ser cómodo navegar, si es que Pedro Sánchez no les echa ahora un cabo y los rescata desempolvando el acuerdo de El Abrazo de 2016.

Por lo que respecta a Vox, el partido de ultraderecha entra con (aparente) fuerza en el Congreso, pero sin (casi) poder de decisión sobre ningún tipo de pacto o votación importante. Por lo tanto, es otro ejemplo de cómo un éxito es, en realidad, un fracaso. Para los partidos de izquierda, Vox puede ser como aquel extraño que se presenta a una fiesta sin ser invitado y acaba siendo alguien molesto, pero nada más.

Sexta novia

PNV / ERC. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) vuelve a estar ahí, aunque ni mucho menos con la fuerza que ha ganado ERC. A los vascos les hubiera interesado más un escenario en el que el PNV pudiera haber sido la única opción para garantizar un gobierno del PSOE, con el apoyo de Unidas Podemos. Aunque es muy posible que Pedro Sánchez evite a toda costa un acercamiento claro con alguna fuerza independentista catalana, sí que se sentirá más cómodo pactando con el PNV, que, gobierne quien gobierne en Madrid, siempre acostumbra a ganar algo.

Séptima novia

(Auto)moción de censura. Pedro Sánchez está mejor situado que cuando gobernaba con el apoyo de las fuerzas de la moción de censura a Mariano Rajoy. De hecho, los socialistas dominarán ahora el Senado y no el PP. Ahora bien, la figura que parece más clave para garantizar la gobernanza de España es Pablo Iglesias, ya que Unidas Podemos es el socio más natural de los socialistas y, al mismo tiempo, el que puede evitar la tentación de un posible acercamiento de Pedro Sánchez a Ciudadanos presionado por los barones socialistas.

Habrá que estar atentos a las concesiones que esté dispuesto hacer el líder socialista a Pablo Iglesias, como una posible entrada de ministros de Unidas Podemos. A nivel estratégico -y pensando en clave de las municipales-, a En Comú Podem le podría convenir ir preparando el terreno para una posible entente con los republicanos de ERC dependiendo de cómo se dieran los resultados en las elecciones locales de Barcelona. Y, en esta ecuación, también entrarían los socialistas (no olvidemos que ya fueron socios de gobierno de Ada Colau), que, aún así, tampoco podrían descartar pactar con Manuel Valls en la órbita de Cs.

Por el lado contrario, podríamos pensar que si Pedro Sánchez opta por acercarse a Ciudadanos después de todo el chorreo que le ha tirado encima el partido de Albert Rivera los últimos meses, eso significaría que el próximo presidente del Gobierno volvería a gobernar, otra vez, prisionero de Felipe González y compañía. Ya lo advirtió Pablo Iglesias en la campaña, por lo que Unidas Podemos se erige no solo en el garante de que no se produzca este posible pacto con Cs, sino de un acercamiento a los republicanos catalanes.

Sin duda, parece ser que los pactos de investidura y gobierno van a ser incluso más importantes que las elecciones mismas. Con el horizonte inmediato de las elecciones municipales y europeas, ningún elemento se puede dejar de banda. En clave de los comicios locales, ¿a los socialistas les interesa más pactar con Podemos que con Ciudadanos en la Moncloa? Por ejemplo, ¿se les atragantaría pactar con Manuel Valls en Barcelona y no otra vez con Ada Colau o con Ernest Maragall? ¿Quedan demasiado lejos los tripartitos de izquierda? ¿Qué ven con mejores ojos los votantes socialistas catalanes?

¿Cuánto pesa, en realidad, la foto de la plaza de Colón a ojos de los votantes socialistas? ¿Cuánto tardarían en olvidarla, si fuera conveniente pactar con el partido de Albert Rivera? De momento, los militantes socialistas gritaban “¡Con Rivera, no!” delante de la sede del PSOE en Madrid cuando Pedro Sánchez se dirigía a sus votantes tras vencer en las elecciones. Al mismo tiempo, Rivera daba por hecho “un gobierno socialista con Unidas Podemos y los nacionalistas catalanes”…

Por último, las presiones que puedan llegar desde fuera de España para favorecer un acercamiento PSOE-Ciudadanos también pueden influir en la decisión de qué novia elige Pedro Sánchez para gobernar. Los grandes organismos económicos internacionales (y nacionales) podrían poner en funcionamiento la maquinaria de los lobbies y de los grandes inversores. Pero, si Pedro Sánchez hace un Rajoy, es decir, hace oídos sordos al resultado electoral en Catalunya, tarde o temprano se le reproducirá un problema aún sin resolver y que no se solucionará en el Tribunal Supremo.

Pedro Sánchez dijo en campaña que no quería gobernar con los independentistas catalanes y, también, que no lo haría con Ciudadanos. Por delante, tiene un muro que debe saltar hacia un lado o hacia el otro. Seguramente, las elecciones generales españolas aún no se han resuelto, sino que falta una segunda vuelta. Hasta que no sepamos el resultado de las elecciones locales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, es muy posible que no salgamos de dudas.