Grafiti del duelo en la calle Ferlandina

Duelo en el Supremo


TONI AYALA (textos y fotos)

Ronda de Sant Antoni. Tres chicas morenas se paran en el semáforo. Es sábado. Mediodía. Es imposible distinguir cuál de las tres ha cosechado la cabellera más larga y negra desde su infancia. Son amigas, es evidente. Y parecen clonadas. Una de ellas se da cuenta de que un hombre se ha detenido junto a ella y, de forma instintiva, se agarra a su bolso. Aquel hombre no es un ladrón, pero ella no lo sabe. Con el dinero no se la juega. Con el dinero no se juega.

Duelo bajo el sol en la calle Ferlandina.

Duelo bajo el sol en la calle Ferlandina.

Un guardia urbano en moto pasa por delante del grafiti de la calle Ferlandina.

Un guardia urbano en moto pasa por delante del grafiti de la calle Ferlandina.

Semáforo en verde. El hombre sale el primero. Camina rápido y atraviesa la Plaça del Pes de la Palla, donde se comercia con carne y con sexo a plena luz del día. Él sigue su camino y se adentra en la calle Ferlandina, donde los grafiteros han dejado sus mensajes diseminados por las paredes de los edificios.

En una de estas obras de arte efímeras, han creado un montaje de latas pintadas de amarillo sobre las que han escrito este mensaje: “Me dijeron que fuera a por todo y fui a por ti”. Suena a desafío, aunque sea presumiblemente del corazón.

A la altura de lo que sería la fachada del número 69 de esta calle del barrio del Raval, otro de esos garabatos llama su atención. El dibujo, de pequeñas dimensiones, ocupa la parte inferior de una ventana tapiada, como si estuviera enmarcado. Representa a dos vaqueros, en plena contienda de revólveres. Es un duelo bajo el sol, como en las películas de forajidos del Oeste.

 

Banca nacionalizada

Justo en frente del grafiti, a muy pocos metros, hay una sucursal bancaria del BBVA, que representa una metáfora del proceso de crisis económica en España: es un BBVA que, a su vez, fue un CatalunyaCaixa, que, a su vez, era Catalunya Banc, es decir, un Caixa d’Estalvis de Catalunya + un Caixa Tarragona + un Caixa de Manresa, que, en 2012, fue nacionalizado y que, en 2014, fue adquirido por el BBVA Argentaria, que decidió mantener la marca BBVA CX en oficinas como esta de la calle Ferlandina.

“Entra y planifiquemos juntos tus ahorros“, se puede leer en uno de los vinilos publicitarios que han enganchado sobre el cristal de la sucursal bancaria. Suena un poco a aquello del “me dijeron que fuera a por todo y fui a por ti”.

Un peatón pasa junto al dibujo del duelo de vaqueros.

Un peatón pasa junto al dibujo del duelo de vaqueros.

El hombre se para y se queda mirando aquella muestra de arte urbano que le transporta al género del western. Él es fan de las películas de Clint Eastwood, así que no le cuesta mucho imaginárselo en pleno duelo de pistolas.

Hace relativamente poco que ese hombre se ha hipotecado. Y hacía nada que había saltado la noticia de que la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo establecía de manera inédita que debía ser el banco el que pague el impuesto de actos jurídicos documentos de las hipotecas, que hasta ahora recaía en el cliente. Cuando lo supo, aquel mismo jueves, el hombre se había frotado las manos, ya que, en teoría, podría recuperar una pasta.

La decisión del Supremo suponía revertir otra sentencia previa que decía lo contrario y, en la práctica, enfrentaba a la banca a un golpe de unos 4.000 millones de euros como mínimo. El hombre, igual que otros hombres y mujeres hipotecados en su misma situación, podría llegar a tener la opción de recuperar unos 3.000 euros.

Una vecina camina ajena al duelo dibujado en la pared

Una vecina camina ajena al duelo dibujado en la pared.

Pero, la teoría a veces no tiene nada que ver con la realidad. Aquella sentencia provocó rápidamente un tsunami financiero en los bancos españoles, que acusaron unas importantes pérdidas en la Bolsa. Se hundieron y cedieron 6.000 millones de euros en valor. Y en días posteriores aún acumularon más pérdidas.

Los altos ejecutivos, que cobran inmensas fortunas por cuadrar los balances millonarios bancarios en positivo, vieron cómo peligraban sus cuentas. Vieron cómo se ponían en riesgo sus importantes comisiones. Con el dinero no se la juegan. Con el dinero no se juega.

Fue entonces cuando, el día después -es decir, el viernes por la mañana- el presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del alto tribunal, Luis María Díez-Picazo, reaccionó de forma inesperada y convocó al pleno del Supremo para intentar unificar la jurisprudencia sobre quién debe pagar los gastos de la hipoteca -el banco o el cliente-.

El duelo se había oficializado, sobre todo, porque no solo es una, sino que ya son tres las sentencias -las otras dos sólo estaban pendientes de notificación-, en las que la Sala de lo Contencioso del Supremo ha fijado su nueva doctrina al respecto del pago de este impuesto.

 

¿Quién sangra? ¿Quién se desangra?

El hombre se queda mirando el grafiti. Uno de los vaqueros había disparado primero y había herido de muerte al otro. Se podía ver claramente porque el artista había dibujado un rastro de sangre.

Y, entonces, el hombre piensa en quién es quién:

– ¿Y si quien dispara es la Banca, que siempre gana, incluso cuando parece que hay una sentencia que le desfavorece?

El duelo, desde la perspectiva de quien recibe el disparo.

El duelo, desde la perspectiva de quien recibe el disparo.

– ¿Y si, en realidad, quien dispara es el Sistema -en su conjunto- que no puede permitir que haya pérdidas en el IBEX ni en los bancos y que debe velar -incluso a nivel judicial- porque los poderes fácticos del llamado ‘Estado de derecho’ se mantengan siempre a salvo?…

El duelo desde la perspectiva de quien dispara.

El duelo desde la perspectiva de quien dispara.

– ¿Quién dispara a quién delante de aquella sucursal del BBVA, que antes había sido Catalunya Banc y que antes había sido Caixa Catalunya?…

– ¿Quién sangra?…

– ¿Quién se desangra?…

– ¿El cliente?…

– ¿El ciudadano?…

– ¿Todos?…

 

Epílogo: el Duelo

Pasaron días. Y más días. Y más días… Finalmente, llegó el momento de la verdad. El Duelo estaba servido. Los 31 magistrados de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo se reunieron para dirimir quién ganaba este Duelo bajo el Sol.

Era lunes, 5 de noviembre. Los diarios digitales abrían sus ediciones con grandes titulares que aludían a la contienda de las hipotecas. El hombre lo seguía de cerca. Podría recuperar 3.000 euros. Ni más ni menos que 3.000 euros.

El problema es que la banca había lanzado ya algunos globos sonda los días anteriores. Por una parte, advertía que encarecería las hipotecas y, por otra parte, no estaba de acuerdo con que cualquier medida fuese declarada retroactiva. En el Supremo, el Duelo consistía en decidir de una vez por todas sobre quién debía pagar el impuesto sobre la hipoteca, si se aplicaba la retroactividad y a quién se debía reclamar el dinero (al banco o a Hacienda).

Había mucho en juego. Había mucho dinero en juego. Y no era un juego.

Esa mañana del 5 de noviembre, el hombre volvió a pasar por delante del grafiti de la calle Ferlandia. Pero, ya no estaba. Había desaparecido. Era el único garabato urbano que había sido borrado desde la última vez que caminó por ese tramo de calle. ¿Quién lo había hecho desaparecer? ¿Cuándo? ¿Por qué?

El hombre se quedó quieto. Miró fijamente la pared, ahora limpia y recién pintada. Era como si el polvo del Oeste americano hubiera sepultado cualquier rastro de aquel Duelo de revólveres entre cowboys. El hombre se giró y comprobó que, en cambio, la sucursal bancaria continuaba en el mismo sitio, imperturbable, imborrable.

En el Tribunal Supremo no había manera de que los magistrados se pusieran de acuerdo, así que aquel 5 de noviembre acabó sin vencedor ni vencido. El Duelo se reanudó el día siguiente. Y, entonces, tras casi otro día de deliberaciones, se vio claro una vez más que la banca siempre gana.

Los magistrados, por 15 votos contra 13, resolvieron el Duelo dejando claro que quien perdía era el cliente del banco, que debería seguir pagando el impuesto de actos jurídicos documentados de las hipotecas. De esta manera, el Supremo daba marcha atrás y volvía a la jurisprudencia anterior, según la cual el sujeto pasivo del impuesto de actos jurídicos documentados en los préstamos hipotecarios es el prestatario.

Entre otras cosas, el Supremo había librado a las comunidades autónomas de devolver hasta 5.000 millones de euros, correspondientes a los créditos suscritos desde 2014.

Cuando el hombre lo supo, pensó que era como si Clint Eastwood hubiera perdido un Duelo contra otro pistolero. Y, eso, nunca pasaba en la ficción de las películas. En todo caso, si pasaba, Clint siempre volvía de entre los muertos y se vengaba. Por eso, el hombre, pese a que ahora ya no podría reclamar aquellos 3.000 euros, sabía que tarde o temprano se haría justicia… porque, en realidad, quien había salido herida de aquellos dos días de Duelo en el Supremo fue la mismísima Justicia.