Reunión enre Pedro Sánchez y Quim Torra en el Palau de Pedralbes

21-D, un año después del 21-D


TONI AYALA (textos)

Este 21 de Diciembre de 2018 se cumple un año de las elecciones catalanas del 21-D, celebradas bajo el control del Gobierno español sobre las instituciones autonómicas bajo la aplicación del artículo 155. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Nada?… ¿Cómo está España? ¿Y Catalunya? Para responder a estas preguntas, analizaremos 7 claves para entender la evolución del conflicto.

Elecciones

Se podría pensar que las elecciones del 21-D acabaron en empate técnico entre el bloque constitucionalista -Ciutadans ganó los comicios y obtuvo 36 diputados- y el bloque independentista -los partidos soberanistas reeditaron su mayoría en el Parlament-. Pero, en realidad, las elecciones supusieron una reedición del statu quo, puesto que cambió todo con el 155 para que no cambiara nada en Catalunya. Efectivamente, el Gobierno de Mariano Rajoy no sólo no consiguió parar los pies a los independentistas, sino que, además, Carles Puigdemont, el president en Bruselas, ganó contra todo pronóstico los comicios entre el bloque independentista. Su candidatura, Junts per Catalunya, obtuvo 34 diputados y hoy gobierna la Generalitat, con Quim Torra de president, en coalición con ERC, que se quedó con 32 diputados. La jugada para Rajoy aún fue peor, puesto que el PP se hundió (obtuvo 4 diputados, los mismos que la CUP) y, además, la judicialización del conflicto llevó a ver cómo los sucesivos candidatos propuestos por Junts per Catalunya para presidir la Generalitat, entre ellos, Puigdemont, eran rechazados por la Justicia y no por el Parlament. Por lo tanto, ¿hubo realmente empate técnico entre ambos bloques en las elecciones del 21-D? Pues, en Catalunya, con otros nombres, pero gobiernan los mismos que lo hacían antes del 21-D, con un presidente del Parlament de ERC.

Moción de censura

Mariano Rajoy no solo vio cómo el PP se iba casi a pique en Catalunya el 21-D, sino que, entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018, fue desalojado por Pedro Sánchez (PSOE) del Palacio de la Moncloa con el apoyo de los partidos nacionalistas e independentistas mediante una moción de censura. No solo le pasó factura la corrupción del caso Gürtel, sino también su gestión del conflicto con Catalunya. Pocos meses después del 155, el Gobierno del Partido Popular salió de escena. Incluso la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría cayó derrotada, el 21 de julio de 2018, en el XIX Congreso del PP, que eligió nuevo presidente del partido con un 57 % de los votos de los compromisarios a Pablo Casado. El PP, apretado por la derecha por Ciudadanos y por el avance de Vox, dio un giro aún más derechista y se alejó aún más del centro para adaptarse a su nuevo papel de partido de la oposición. Mientras tanto, en Catalunya gobernaba y gobierna el partido de Carles Puigdemont.

Activismo sin descanso

Un año después de las elecciones del 21-D, ha quedado claro que ni el hecho de estar en Bélgica o en Alemania o en Escocia o en Suiza o en la cárcel ha frenado al activismo independentista. Los políticos soberanistas en cárcel preventiva han continuado haciéndose oír gracias, sobre todo, a las nuevas tecnologías. Las redes sociales difunden a diario sus pensamientos y sus opiniones, ofrecen entrevistas en los medios, mientras que los políticos que se fueron al extranjero, imparten conferencias y tienen acceso a diario a la prensa internacional, puesto que, además, están en la capital de Europa. Por su parte, las entidades independentistas, Omnium y ANC, han seguido organizando sus actos reivindicativos, incluida otra Diada multitudinaria. En paralelo, han surgido grupos de activismo más callejero, como los CDR, que se han hecho notar, por ejemplo, durante el Consejo de Ministros de Barcelona del 21 de Diciembre de 2018, justo un año después del 21-D.

Batalla judicial

El combate judicial sigue muy abierto un año después de las elecciones del 21-D. Carles Puigdemont impidió su extradición a España, después de que la justicia alemana le diera la razón. La justicia belga tampoco está dejando en buena posición a la española. Y la huelga de hambre de algunos de los presos en cárceles españolas para denunciar la dilación de las resoluciones del Tribunal Constitucional ha puesto de relieve el interés soberanista por llevar cuanto antes sus casos ante el más alto tribunal europeo de derechos humanos. Por su parte, el Tribunal Supremo, con la fiscalía y la abogacía de la ultraderecha, sigue con su esquema de juzgar supuestos casos de rebelión o sedición. Un año después del 21-D, el frente judicial continúa más abierto que nunca, aunque el desenlace final de todo, seguramente, no será en España, sino en tribunales internacionales. Y, obviamente, durante este tiempo, también se ha especulado sobre posibles indultos.

Ultraderecha

El zarpazo de Vox en las elecciones andaluzas y el descalabro de los socialistas han provocado un efecto dominó. En la campaña andaluza se habló muchísimo sobre Catalunya. La derecha lo utilizó como arma para conseguir votos. PP y Ciudadanos ahora se ven en la encrucijada de tener que gobernar con el apoyo de la ultraderecha de Vox, mientras que el único consuelo que le queda a Pedro Sánchez es que, al menos, con la derrota de la líder socialista andaluza, Susana Díaz, ha caído una de sus detractoras más visibles cuando tuvo que dimitir como secretario general del PSOE en octubre de 2016. El avance de Vox resuena en toda España, puesto que PP y Ciudadanos sitúan cada vez más sus discursos en la derecha para disputarse ese nicho de votos.

El Rey

El discurso de Felipe VI el 3 de octubre de 2017 aún le pasa factura en Catalunya, donde, aunque sea el jefe del Estado, parece que a penas puede asomar la cabeza. De hecho, ha sido uno de los temas que Quim Torra ha sacado en su reunión con Pedro Sánchez en Barcelona el día anterior del Consejo de Ministros de este 21-D. Aún así, es evidente que al Rey le espera aún un papel crucial en este conflicto Catalunya-España o España-Catalunya, aunque los casos de corrupción asociados a la Familia Real también están haciendo crecer las voces críticas hacia la Monarquía en toda España.

Gobernabilidad

Un año después del 21-D, uno de los elementos más interesantes de ver cómo evoluciona es la gobernabilidad. Porque no se puede entender la gobernabilidad de Catalunya sin la gobernabilidad de España y viceversa. Lo hemos visto con el Gobierno de Rajoy, quien, tras los resultados de las elecciones del 21-D, no solo cayó, sino que además desapareció del propio PP. Eso no ha pasado con los líderes independentistas, aunque estén en la cárcel o en Bruselas. Desde Bélgica y Barcelona incluso se ha impulsado el Consell per a la República. Pero, lo más interesante de la gobernabilidad es la política de gestos, que Pedro Sánchez necesita que sean opuestos a los de Rajoy para tener suficientes apoyos de los nacionalistas en Madrid. Hemos visto en la reunión Sánchez-Torra en el Palau de Pedralbes cómo el color de las plantas -amarillo y rojo- era casi tan importante cómo las banderas. Por otra parte, que en el Consejo de Ministros de Barcelona se apruebe bautizar el aeropuerto de El Prat -sin consultarlo con el Govern catalán- como ‘Josep Tarradellas’ -el presidente de la Generalitat que regresó del exilio del Franquismo en la restauración democrática y en la instauración de la España de las autonomías- es otro gesto significativo. Incluso hay quien podría pensar que es un gol. Otro gesto, que una ministra responda preguntas en catalán en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Y, aún más, que el Gobierno apruebe una declaración de rechazo al fusilamiento del president Lluís Companys, aunque aún no haya llegado la nulidad del juicio. Al mismo tiempo, en el Parlament se mueven piezas para abrir el espectro de pactos a más de tres partidos, como se ha visto con la aprobación de alguna resolución con los Comuns, por ejemplo. Y, en el horizonte de esta gobernabilidad, están las elecciones europeas y, sobre todo, las municipales, con Barcelona como gran foco de posibles alianzas post-electorales entre partidos no estrictamente independentistas, sino, por ejemplo, de izquierdas. En este juego de la gobernabilidad, los nacionalistas catalanes y vascos vuelven a ser decisivos en Madrid, por ejemplo, para una aprobación de los Presupuestos, mientras que el PSC y los Comuns podrían fortalecer sus papeles al mismo tiempo que las encuestas sitúan a ERC en crecimiento tanto en Catalunya como en Barcelona. Sea como sea, la celebración de la reunión -o una cumbre- entre Gobierno y Govern en Barcelona, así como un Consejo de Ministros -¿alguién se podría imaginar que no habría ninguna protesta en la calle?- es un síntoma de que han cambiado cosas desde el 21-D de hace un año, tantas cosas como, al menos, las que hemos explicado en este artículo.