Recreación de la sonda Chang’e 4 llegando a la Luna.

China Space Odyssey


TONI AYALA (textos)

Si Stanley Kubrick fuera chino y estuviera vivo, seguramente, estaría preparando una versión made in China de su película 2001: A Space Odyssey que podría situar en este año 2019. Y es que el gigante asiático se empeña en ser tercer jugador de esta peculiar nueva Guerra Fría que parece entablarse en el mundo, con Estados Unidos y Rusia como los otros dos protagonistas y/o antagonistas.

Igual que pasó en los años de la llamada Carrera Espacial entre EEUU y la antigua Unión Soviética, estamos en una época de resurgimiento del interés por el conquistar el espacio. Ahora bien, si bien los norteamericanos y los soviéticos se retaron el siglo pasado una lucha de bloques, buscando noquear al adversario con una demostración de fuerza política y de orgullo patrio, los chinos se están demostrando mucho más pragmáticos.

Dicho de otra forma, mientras las dos potencias de la Guerra Fría jugaron a ver quién era el primero en enviar un perro o un chimpancé al espacio o en competir por cualquier cosa en la que pudieran ser los primeros, por su parte, los chinos tienen claro que quieren cultivar plantas en el espacio.

Historia de una guerra

La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética duró aproximadamente desde 1957 a 1975. Supuso un grandísimo esfuerzo paralelo entre ambos países por explorar el espacio exterior.

Se puede decir que comenzó, de hecho, tras el lanzamiento soviético del Sputnik 1, el 4 de octubre de 1957, y acabó, seguramente, cuando ya no había dinero para tanto gasto aparentemente estéril.

Podemos enumerar algunos de estos intercambios de golpes entre yanquis y soviéticos:

  • El primer animal que se puso en órbita, la perra Laika, viajó -y murió- a bordo de la nave soviética Sputnik 2 en 1957; en 1960,
  • Las perras rusas Belka y Strelka orbitaron la Tierra y regresaron con éxito;
  • El soviético Yuri Gagarin se convirtió en el primer cosmonauta con éxito cuando entró en órbita en la nave rusa Vostok 1 el 12 de abril de 1961;
  • John Glenn fue el primer estadounidense en orbitar la Tierra, el 20 de febrero de 1962;
  • La URSS se apuntó también el primer vuelo con dos tripulantes entre el 11 y el 15 de agosto de 1962;
  • La soviética Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en el espacio el 16 de junio de 1963 en la Vostok 6;
  • Alexei Leonov, en la Vosjod 2, lanzada por la URSS el 18 de marzo de 1965, llevó a cabo el primer paseo espacial….
  • Y, más y más y más… hasta llegar al programa Apolo estadounidense que permitió posar un hombre en la Luna (Neil Armstrong fue el primero el 20 de julio de 1969).

Uno de los fenómenos más curiosos del actual resurgimiento de la pugna entre Estados Unidos y -ahora- Rusia es el interés en ambos países por producir películas que destacan aquellos gloriosos episodios de la carrera espacial.

Efectivamente, por parte de los estadounidenses podríamos citar, por ejemplo, First Man (2018), de Damien Chazelle, que cuenta la historia de la misión de la NASA que llevó al primer hombre a la luna, centrada en Neil Armstrong (interpretado por Ryan Gosling) y el periodo comprendido entre los años 1961 y 1969.

Por su parte, los rusos se han lanzado a sus superproducciones del espacio, con ejemplos como Gagarin, el primero en el espacio (2013), una película de Pável Parjomenko.

Más recientemente, el cine ruso ha dado otra muestra de este interés por revivir la gloria de la carrera espacial, con el filme Tiempo de los primeros o The Spacewalker (2017), que cuenta la accidentada historia del primer paseo espacial de la mano del director Dmitri Kiseliov.

Brotes chinos

Mientras la NASA tiene el foco puesto en Marte, China parece haberse centrado en la mucho más cercana Luna. Pero, de una forma muy práctica. La sonda Chang’e 4 hizo historia el pasado 3 de enero al convertirse en la primera en posarse en la cara oculta de la Luna, en el cráter Von Kármán.

Pero Chang’e 4 no fue a hacer turismo espacial, sino que despegó de la Tierra con semillas de algodón, colza, patatas y arabidopsis, una planta muy utilizada como modelo en investigación. También llevaba huevos de mosca de la fruta y levaduras. Es decir, iba bien equipada.

Uno de los objetivos de la misión es recrear un pequeño ecosistema para estudiar el desarrollo de estos organismos en las hostiles condiciones de la superficie lunar, expuesta a altos niveles de radiación, a una gravedad mucho menor que la de la Tierra y a bruscos cambios de temperatura.

Tanto es así que, días después, la sonda envió una fotografía, tomada el 12 de enero, que mostraba que algunas de las semillas de algodón ya habían germinado. Pero, desgraciadamente, el brote murió, debido al inicio de la noche lunar, durante la cual las temperaturas pueden caer hasta los 170 grados centígrados bajo cero.

Sea como sea, China está planteando una nueva manera de entender la carrera espacial, seguramente, mucho más útil que competir por ver quién envía al primer perro para que no vuelva a la Tierra nunca más.