Tom y Jerry y el Clásico del fútbol

El Classicus


TONI AYALA (textos)

Lo “Clásico” nos remite al adjetivo latino classicus, que, en la antigua Roma, designaba a la clase o estamento social de mayor fortuna económica. Aparece documentado por vez primera referido a escritores en un texto de Aulo Gelio, quien fue un abogado y escritor romano del siglo II. 

En la Antigüedad, el término “Clásico” se utilizaba en el sentido figurado de “modélico” o “de primera clase”. Con el tiempo, se refirió a los escritores más destacados de la Antigüedad, después a autores que intentaban emular los modelos antiguos o a aquellos que servían de ejemplo e inspiración para otros.

Si nos situamos en el ámbito del teatro, por ejemplo, el teatro clásico nos traslada a la Grecia Antigua y al teatro latino, pero también nos remite al teatro clásico español o castellano (Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina -Siglo de Oro y Literatura española del Barroco-), al teatro clásico inglés (William Shakespeare) o al teatro clásico francés (el de Molière, Corneille o Racine).

Con la palabra “Clásico” definimos, clasificamos y distinguimos, por ejemplo, el ballet, catalogado como danza clásica. También identificamos la música clásica, de Mozart, Bach y compañía, del resto de la música más moderna.

Seguramente, fue el filósofo alemán Georg Hegel (s. XVIII – XIX) quien determinó lo clásico como la más perfecta adecuación entre la “idea” y la “forma sensible”, lo cual se tiende a asociar por antonomasia a la escultura griega clásica. El arte, en su esencia, pertenece al pasado siempre, según Hegel, y es en el arte griego en donde el Arte logra su fin último, la representación total de la idea.

Hoy en día utilizamos la palabra “clásico” para casi todo y en casi todos los ámbitos. Podemos decir que un vestido es “clásico”, que un modelo de coche es un “clásico”, que un determinado grupo ya es un “clásico” del rock… Y, así, hasta llegar al ámbito deportivo, donde nos encontramos carreras “clásicas” de atletismo o de ciclismo, por poner dos ejemplos.

Pero es en el fútbol donde la palabra “clásico” ha adquirido una sobredimensión, precisamente, porque este deporte tiende a provocar auténticos terremotos mediáticos, sentimentales y populares, entre otras cosas, porque mueve a las masas y a una gran masa de dinero. 

Es en el fútbol donde la palabra “Clásico” se escribe con mayúsculas, porque designa a un partido especial, con historia, con eterna rivalidad, con máxima expectación. Estamos hablando, obviamente, del Clásico Barça-Madrid o Real Madrid – FC Barcelona.

En el mundo del fútbol, incluso encontramos un Superclásico, que disputan los equipos argentinos de Boca Juniors y River Plate. Despierta tantas pasiones que, sin ir más lejos, la última final de la Copa Libertadores que les enfrentó se tuvo que jugar, finalmente, en Madrid para evitar más incidentes entre los hinchas de ambos conjuntos.

Pero es en la definición del Clásico futbolístico donde la palabra “clásico” se renueva a sí misma cada temporada. Porque un Barça – Madrid, sin perder su autenticidad original, se reproduce año a año con más decibelios y más alicientes si cabe que el primer día. 

Barça y Madrid, ahora, han quedado emparejados en la semifinal de la Copa del Rey 2018-2019. Y, de aquí dos días, se podrían encontrar en otra eliminatoria de Champions o, incluso, en una final.

No importa si Barça y Real Madrid se enfrentan en la Liga o en cualquier otra competición, lo Clásico en este caso es sinónimo de renovación, siempre con nuevos jugadores, nuevos entrenadores, nuevas polémicas, nuevas connotaciones sociales… Y es disputado por la élite de los futbolistas, es decir, los de mayor fortuna y proyección popular. El Clásico es así un auténtico Classicus.