Pucherazos S.A.


TONI AYALA (texto)

Los vicios de la política española parecen ganar cada vez más terreno a las virtudes. Ya hemos analizado en anteriores artículos la tendencia a la cromopolítica para confeccionar las listas electorales, así como la futbolización de la política española.

Una de sus consecuencias ha sido la moda actual de ciertos partidos de fichar políticos de otras formaciones rivales, a los que ofrecen puestos de relevancia en sus listas para intentar vencer en las elecciones por la vía de debilitar al adversario más que por convencer al electorado de que su programa electoral es mejor.

España está sufriendo una serie de regresiones a nivel político. Y esta política de fichajes, semejante a episodios futbolísticos como cuando el Real Madrid se llevó a Luis Figo del Barça, ha dado pie a otro fenómeno que se creía erradicado -o prácticamente, eliminado- de la política española: el pucherazo.

En otro artículo, también analizamos ya cómo los partidos políticos utilizan muchas veces las primarias como un mero trámite para elegir al candidato de la dirección, convirtiendo este proceso electoral entre la militancia en una operación más estética y de farsa política que de auténtica efectividad democrática.

Pues bien, si juntamos todos estos síntomas, lo podremos ver todo llevado a la práctica en el caso de pucherazo que se ha detectado en las primarias de Ciudadanos en Castilla y León.

La Comisión de Garantías de Ciudadanos ha dado la razón a la reclamación de Francisco Igea y le ha proclamado ganador de estas primarias de Castilla y León, con lo que se ha desatado una crisis en el partido, ya que Albert Rivera y el resto de la dirección querían dar un sorpasso al PP con el fichaje de la presidenta del Parlamento de esta comunidad, Silvia Clemente, para que fuera su candidata en las elecciones de mayo. Pero, resulta que a la militancia de Cs no le hacía tanta gracia, en realidad, esta incorporación estrella al partido.

La sospecha de un posible puchezaro en la corta victoria de Clemente sobre Francisco Igea -se impuso en la votación telemática por 35 votos, aunque el equipo de Igea denunció 81 votos irregulares- llevó a la Comisión de Garantías de Cs a suspender la proclamación de la candidata. Los votos llegaron de madrugada (unos 40 votos entre las 3 y las 4 horas) y el análisis de su patrón podría indicar que fueron enviados desde una misma IP. Se habría producido un posible fraude.

¿Por qué pucherazo?

El pucherazo era uno de los métodos de manipulación electoral usados principalmente durante el periodo de la Restauración borbónica en España para permitir la alternancia pactada previamente entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, es decir, el turnismo, dentro del modelo de dominación política local (sobre todo en las zonas rurales y las ciudades pequeñas) conocido como caciquismo.

Para llevar a cabo la manipulación, se guardaban papeletas de votación (por ejemplo, en pucheros, de donde viene la denominación que se popularizó) y se añadían o se sustraían de la urna electoral a conveniencia del resultado deseado.

Otros métodos consistían en la colocación de las urnas en lugares de imposible acceso o la manipulación de las votaciones con lázaros (votos de fallecidos que, al menos sobre el papel resucitaban como el Lázaro de los Evangelios) y cuneros (candidatos que se inscribían en una circunscripción con la que no tenían vinculación personal o política).

En los periodos posteriores de la historia electoral española, el nombre de pucherazo siguió empleándose como sinónimo de fraude electoral.

Pero, la política profesionalizada actual -más pensada como una forma de ganarse la vida con un buen sueldo asegurado que como una manera de servicio ciudadano- ha llegado al extremo de que, en un mismo partido, se ponga en práctica este método de corrupción.

Si no fuera porque los síntomas cada vez son más generalizados en la política española, podríamos pensar que Ciudadanos se habría hecho trampas jugando al solitario, pero, no, este episodio de posible pucherazo interno es un ejemplo más de que una cosa es querer hacer política y otra querer vivir de la política.

Entramos, de nuevo, en España, en la época de los Pucherazos S.A.