El genoma ibérico


TONI AYALA (texto)

El genoma ibérico actual es el resultado de ocho grandes migraciones. Es decir, el ADN de los españoles desde el mesolítico hasta ahora es la consecuencia de una sucesión de cruces de pueblos, personas, que han ido llegando a la Península Ibérica a lo largo de los años y de los siglos. 

Así lo indica un estudio, en el cual han trabajado un centenar de científicos, que ha publicado recientemente la revista Science. Por lo tanto, esto es así y lo seguirá siendo, porque está científicamente probado. 

Lo dice la ciencia, aunque, a veces, ésta tienda a poner en entredicho los discursos políticos del momento, como cuando, en el pasado, una parte quería imponer su visión del mundo y se empecinaba en decretar que la Tierra era plana y no esférica. 

Dicho de otra manera, aunque de aquí a las elecciones generales del 28 de abril, los discursos racistas y contra los inmigrantes suban de tono para intentar arañar votos, como ya pasó en las pasadas autonómicas andaluzas, eso no podrá cambiar que los españoles son, hoy, el resultado de unos 8.000 años de entradas y mezclas de ADN foráneos.

Fue por esa época cuando llegaron a la Península Ibérica los pueblos cazadores-recolectores del centro de Europa; unos 1.000 años después, llegaron masivamente pueblos neolíticos de la zona de Anatolia (o sea, los actuales turcos). Estos ya sabían lo que era la agricultura, así que aportaron algo más que su ADN.

Pero, el gazpacho ibérico no se acabó aquí, sino que después hubo una nueva oleada de cazadores-recolectores mesolíticos. Y, hace unos 4.000 años (¡atención!), se produjo la entrada de los esteparios, que cambiaron las tierras áridas del mar Caspio por el clima mediterráneo. O sea que, por simplificar, primero vinieron los que hoy serían los turcos y, más tarde, los rusos. 

El estudio sigue analizando el genoma. La herencia de los españoles que votarán el 28 de abril también incluye, hacia el final de la Edad de Bronce o principios de la de Hierro (hace unos 3.000 años), otra vez los pueblos del centro y norte de Europa, con su tradición de las necrópolis.

Pero, cuidado, que más adelante aún hubo tiempo para que entrara más ADN del este del Mediterráneo, como los griegos de hace 2.600 años cuyos vestigios arqueológicos aún podemos admirar en Empúries. Llegaron en barco. “Pero, claro, una cosa es un barquito y otra una patera”, pensarán algunos.

La cosa sigue, porque también entró ADN foráneo del norte de África en la época del Imperio romano y, cómo no, en la época musulmana, con lo cual el cóctel genómico español es fruto de estas ocho grandes migraciones que se han producido a lo largo de la Historia.

Ahora bien, ¿quién podría pensar que la ciencia pueda desmentir cualquier discurso xenófobo que se pueda escuchar en esta campaña electoral? Al fin y al cabo, la Tierra es plana, ¿no?