Javier Bonomi, presidente de Fedelatina.

“Los servicios de inmigración están desbordados”


TONI AYALA (textos) / MIQUEL FUSTER (dibujos)

Javier Bonomi (Buenos Aires, 1965) es, seguramente, uno de los mayores especialistas en temas de inmigración, sobre todo, por su experiencia diaria como presidente de la Federación de Entidades Latinoamericanas de Catalunya (Fedelatina). Es abogado, cursó un Master en Derecho Europeo en Madrid antes de afincarse en Barcelona, donde empezó a trabajar temas sociales específicamente en el ámbito de la inmigración.

Javier llegó a España en 1999. ¿Eran otros tiempos?:

“Aquella era una España optimista, que estaba en auge económico y de la inmigración. Estaba viviendo un poco una burbuja respecto a su crecimiento económico. La gente de clase media y de clase media baja accedía a recursos, a pisos, todo el mundo quería tener un coche… Era algo… Era como… Era como llegar a la tierra prometida, la tierra de las oportunidades“.

Tras volver la vista atrás, Javier toca con los pies en el suelo para radiografiar nuestro presente:

“La situación, ahora, ya no es tan optimista; tal vez, más realista. Es verdad que en aquella época había un auge de los créditos blandos, que terminó en la explosión de la burbuja. Ahora, los inmigrantes ya no vienen con el sueño de tener un piso propio o un coche o un móvil moderno, sino por algo mucho más realista. Ahora solo piensan en llegar aunque sea a los mil euros, cuando antes era normal que cualquier paleta -incluso sin papeles- podría ganar mil quinientos, mil ochocientos o dos mil euros”.

“Hoy casi es un triunfador alguien que gane mil euros”.

La crisis y los inmigrantes

Con la llegada de la crisis económica, hubo miradas y comentarios contra los inmigrantes, culpabilizándoles de la precaria situación económica y social del país.

“Esto duró un tiempo, porque había que echarle la culpa a alguien de todo el mal que se hizo desde el punto de vista de la gestión económica y de los bancos. Lo más fácil, como está haciendo ahora Estados Unidos u otros países, es echarle la culpa a la inmigración. Esto se produjo porque la gente en general se lo creía. Pero, después, cuando la gente empieza a pensar y a ver que la sociedad está basada en un porcentaje de gente pobre y en otro porcentaje de gente cada vez más rica, con la desaparición de la clase media, que se empobrece, es más evidente que la culpa no la tienen los trabajadores inmigrantes, sino, seguramente, otros actores”.

Una vez han pasado los peores años de la recesión, ¿en qué situación ha quedado el colectivo de inmigrantes?

“Los inmigrantes que ya llevamos veinte años aquí, que ya dejamos de serlo, tenemos los mismos problemas que cualquier persona local. Los inmigrantes que acaban de llegar o que están llegando tienen los problemas básicos, que tienen que ver con los papeles, con las dificultades a la hora de encontrar algo tan simple como alguien que te empadrone. Ahora hemos avanzado en temas de salud. Hasta hace muy poco el Gobierno español limitaba el acceso a la salud; ahora, se ha abierto de nuevo”.

“Hay derecho a la educación para menores, pero a veces es muy difícil empadronarse y formalizar estos derechos, como tener una tarjeta sanitaria. Ahora, trabajar sin papeles es mucho más difícil que antes”.

“Antes hacía falta mano de obra y el empresario se arriesgaba porque le pagaba menos. Ahora igual de precaria es la nómina para cualquier persona. Con papeles o sin papeles ganarán setecientos u ochocientos euros. El empresario ya no se arriesga a multas por tener a empleados sin contrato. En este sentido, está muy difícil trabajar sin papeles. El único ámbito es en el cuidado de las personas, como la gente mayor, donde sí hay muchas mujeres hondureñas, que están llegando, o miles de mujeres bolivianas o ecuatorianas o peruanas”.

 

El fenómeno del ‘top manta’

Javier conoce muy de cerca los problemas de Barcelona, especialmente, aquellos que tienen que ver con los inmigrantes. Por ello no se limita a analizar la superficialidad de los titulares de la prensa o la efervescencia de los discursos políticos, sino que prefiere reflexionar sobre la raíz de cuestiones como el top manta

“La verdad es que veo una falta de gestión, como otras tantas cosas que se desbordan, como pasa con los refugiados. En el fondo se dice welcome, se da la bienvenida a todo el mundo, pero, cuando la gente llega aquí, no tenemos los recursos necesarios para gestionar esa inmigración”.

“Hoy en día estamos viendo en Madrid colas de doce o trece horas de personas que están esperando para ser atendidas. En Barcelona no tenemos una cola en la calle porque simplemente dan un número para un mes o dos meses para adelante. Los servicios de inmigración están absolutamente desbordados”.

Javier lamenta que, ante esta falta de acción de las autoridades, se ponga el foco en las entidades sociales para que asuman un rol que sobrepasa su capacidad:

“Las entidades asistenciales hacemos lo que podemos, pero se está desviando mucho la atención hacia nosotros. Tenemos cada vez menos recursos y cada vez más exigencias y, realmente, estamos al límite. En este sentido, el top manta es uno de los efectos más visibles de esta falta de gestión y de recursos a nivel de Barcelona, de Catalunya y estatal. Decir que son bienvenidas todas las personas en Barcelona es parte del ADN de esta sociedad, pero también hay que generar los recursos necesarios para atenderlas”.

 

Las bandas latinas y los ‘menas’

El presidente de Fedelatina tiene claro que la situación de los Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), como lo fue en su momento la de los jóvenes enrolados en bandas latinas, son “dos consecuencias” de un sistema que no da oportunidades a este colectivo.

“Estamos otra vez en el debate sobre los efectos y no sobre las causas. Las causas de la delincuencia en los jóvenes, sean marroquíes, sean latinoamericanos o de donde sean, tiene que ver con la falta de oportunidades. Se crean sistemas de acogida en los cuales solo das una cama y comida a estos jóvenes. Esto no es suficiente para que un joven se realice, colme sus expectativas y empiece a trabajar. Estos jóvenes se quedan en la calle y son carne de cañón para el tráfico de drogas, porque la sociedad los pone en ese rol. Cuando la sociedad pone en el espacio marginal a un joven, éste va a moverse en la marginalidad. Y esto es lo que evidentemente está pasando”.

“El tema de los latin kings no está resuelto, sino que está escondido. De hecho, el tráfico de drogas en el Raval tiene que ver con jóvenes ex-miembros de bandas latinas que ahora se dedican a traficar con droga”.

Buena parte de este problema empieza y, seguramente, acaba en la educación:

“Cuando los jóvenes no tienen oportunidades, cuando el sistema escolar está guetizado y colectivos concretos van a una escuela determinada, evidentemente, tendrán poco futuro. Prácticamente, el veinte por ciento de los alumnos de ESO son inmigrantes y solo llegan a la universidad entre el tres y el cuatro por ciento”.

“El ascensor social, económico y cultural se rompió. Y, si eso no se reactiva, evidentemente, tendremos grandes problemas con los jóvenes, independientemente de su origen”.

Javier Bonomi, desde su experiencia, da las pautas para revertir esta situación que augura un futuro poco prometedor:

“Lo básico es dar herramientas de educación básica, no guetizar, dar vías de acceso a formación laboral y al trabajo, dignificar mínimamente los salarios… Los más beneficiados, entre comillas, que somos los latinos, tenemos el doble de tasa de exclusión social; si es marroquí tiene tres veces; si es mujer marroquí o pakistaní, tiene cuatro o cinco veces más que un joven local. Igual que el paro. Si hablamos de un catorce por ciento de desocupación, si es un inmigrantes llega al treinta por ciento. Y depende de qué inmigrantes llega al cuarenta o al cincuenta por ciento. Esto quiere decir que no estamos atendiendo a los que más lo necesitan y eso lo pagaremos en el futuro como sociedad”.

“Todo lo que estamos haciendo ahora mal, como con los jóvenes, son los síntomas de una enfermedad que es profunda”.

En este sentido, Javier advierte de lo siguiente:

“En la prensa salen los síntomas, pero si no combatimos de fondo esa enfermedad tendremos problemas muy graves como ha tenido Inglaterra o como tiene Francia, donde jóvenes de segunda o tercera generación que han nacido allí cometen actos contra su propia sociedad.

 

Discursos políticos

El auge de la ultraderecha, con progresivos avances también en España, está alimentando un discurso contra el inmigrante que está haciéndose un hueco entre un sector de la población:

“Hay una irresponsabilidad de los que intentan utilizar la inmigración para conseguir votos“, explica el presidente de Fedelatina, que también previene sobre el polo opuesto: “Después nos encontramos el buenismo, que teóricamente da la bienvenida a todo y es muy guay, pero a la hora de gestionar o destinar recursos miran para otro lado. Tanto unos como otros no están cumpliendo con su deber”.

En los discursos políticos también se está utilizando la palabra ‘xenofobia’ o ‘inmigración’ como arma arrojadiza en el conflicto soberanista o independentista de Catalunya:

“Cada uno puede defender sus ideas, pero no desde el extremismo. Vemos un extremismo ideológico que es uno contra otro. Yo vengo de un país como Argentina y lo he visto también en otros países que los enfrentamientos tan extremos han generado una quiebra social que dura un par de generaciones. Todas las partes deben tener más sentido común”.