La luz impide distinguir el color del vestido y si es niño o niña

La dictadura de la cromofobia: Azul vs Rosa


TONI AYALA (textos y fotos)

La cromofobia es un persistente miedo irracional o aversión a los colores, término que también puede referirse a un rechazo al uso que se le da a un color. En este sentido, podemos preguntarnos si ​la ministra brasileña del recién creado Ministerio de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, pone en práctica esta fobia cuando delimita qué color debe asociarse a las niñas y no a los niños (y viceversa).

Las políticas consideradas de ultraderecha o incluso ultrarreligiosas a menudo se sitúan en posturas cercanas a épocas pasadas, especialmente, medievales.

Según la ministra Alves, “el niño viste de azul y la niña de rosa”. Pese a que Brasil es, en teoría, un Estado laico, la dirigente defiende que su postura “terriblemente cristiana” va en consonancia con la defensa “de la familia, de la vida y de los derechos humanos”.

Sea como sea, es evidente que los colores tienen una relevancia cultural y social. Tanto es así que se ha intentado restringir su uso o delimitar qué color le corresponde a quién: por ejemplo, los niños visten de azul y las niñas de rosa.

Leyes suntuarias

La expresión más clara de este fenómeno son las ‘leyes suntuarias‘. Nos han dejado ejemplos la Grecia y la Roma clásicas, pero también China o Japón en la antigüedad. A partir del siglo XII, llegaron a su máxima expresión en Europa. Estas leyes tenían la intención de regular y reforzar las jerarquías sociales y la moral de la sociedad a través de ciertas restricciones, a menudo dependiendo del rango social de una persona. Por ejemplo, cuál es la ropa que debe llevar.

Dicho de otra manera, los campesinos debían vestir y comer como campesinos, es decir, con colores apagados y terrosos, mientras que los colores brillantes y vistosos estaban destinados a las clases más altas, como el escarlata.

La ministra brasileña, desde una profunda convicción religiosa, parece apuntarse a esta dictadura de la cromofobia cuando asigna selectivamente un color (azul o rosa) a un niño o una niña, simplemente, en función de su sexo. Esta política no es nada nueva. Los protestantes, por ejemplo, desterraron los colores vivos para aceptar, básicamente, el negro y el blanco.

Es conocido el ejemplo del piadoso magnate automovilístico Henry Ford, que durante años se negó a aceptar los deseos de los consumidores y solo autorizaba la producción de coches de color negro.

En su línea, el escritor estadounidense del siglo XIX, Herman Melville, conocido por su famosa novela Moby-Dick, dejó escrito que “los colores no son más que engaños sutiles”.

En cambio, su contemporáneo británico John Ruskin, quien apostaba por un socialismo cristiano e influyó notablemente en Mahatma Gandhi, afirmó: “Las mentes más puras y consideradas son las que más aprecian el color”.

Isaac Newton revolucionó el mundo del color. Con tan solo 24 años ya empezó a experimentar con prismas y rayos de luz. Cambió para siempre nuestra forma de concebir el color, sobre todo, teniendo en cuenta que, durante la Edad Media, mezclar colores era un asunto tabú, porque iba en contra del orden natural de las cosas.

Azul vs Rosa

Si siguiéramos el ideal de la ministra brasileña, el orden natural de las cosas sería que el Azul es para los niños y el Rosa para las niñas. No se pueden mezclar. No se pueden intercambiar. Pero, ¿sabemos realmente lo que significa cada color?

La periodista y escritora Kassia St Clair, en su interesantísimo libro Las vidas secretas del color, disecciona la historia de todos los colores. Así que es una buena guía para saber más sobre estas dos tonalidades que se quieren relacionar desde la dictadura de la cromofobia con lo masculino y lo femenino.

La autora explica que “la estricta línea divisoria del rosa para las niñas y el azul para los niños solo se remonta a mediados del siglo XX”. Incluso, desde poco antes, la regla podría ser, precisamente, la contraria. “En un artículo sobre ropa de bebé publicado en The New York Times en 1893, la regla era poner siempre rosa a los niños y azul a las niñas”, explica Kassia St Clair.

En 1918, una publicación comercial afirmaba que esta era “la regla generalmente aceptada”, porque el rosa era “un color más decidido y fuerte”, mientras que el azul era “más delicado y melindroso”.

Lo cierto es que el rosa es como un “rojo desvaído”, algo que se puede asociar a los tiempos de los soldados con casaca roja o a los cardenales de sotana del mismo tono. Por su parte, el azul se asociaba al color del manto de la Virgen María.

La escritora también detalla que, a principios del siglo XX, era realmente raro vestir a los bebés de diferente color según su sexo. Unos y otras iban de lino blanco, que era más fácil de lavar.

Incluso la palabra “rosa” es relativamente nueva. En inglés, el término ‘pink’ se remonta al siglo XVII. Y, para rematarlo todo, podemos referirnos a la reputada editora Diana Vreeland (1903 – 1989), a quien le apasionaban los rosas audaces de las mujeres más fuertes y con carácter.

Pero, ¿cómo llamaba a este ‘rosa audaz’? Pues, ni más ni menos que “el azul marino de la India”. Es decir, rosa y azul eran uno mismo.