Fragmento de la portada de 'Tintín en el país de los Soviets'

Los gazapos de Tintín


TONI AYALA (textos)

Este mes se cumplen 90 años del nacimiento de Tintín, seguramente, uno de los personajes de cómic más conocidos del mundo y que ha traspasado las páginas de papel hasta convertirse en dibujo animado. Incluso, el director Steven Spielberg lo llevó al cine, en 2011, en la fantástica película de animación ‘Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio’.

Ahora bien, una gran controversia gira actualmente en torno al origen de este personaje, sobre todo, por trabajos como ‘Tintín en el Congo’ (1930), la segunda entrega de las aventuras que, en su momento, tuvo un rotundo éxito comercial, pero que, revisado su contenido con los ojos de ahora, puede poner los pelos de punta a más de uno.

No en vano ha sido objeto de duras críticas tanto por su actitud racista y colonial como por su exaltación de la caza mayor.

En realidad, la culpa no es obviamente de Tintín, sino seguramente del autor belga Georges Remi (Hergé), quien lo creó. Aunque, para ser justos con él, cuando Hergé empezó, tuvo que adaptarse a los encargos que recibió. Tanto es así que tuvo que estrenarse con ‘Tintín en el país de los soviets’ (en francés: ‘Tintin au pays des Soviets’) cuando, en realidad, a él le gustaba la idea de hacer viajar a su personaje a América.

La aventura de los soviets se publicó en el suplemento juvenil ‘Le Petit Vingtième’, entre el 10 de enero de 1929 y el 8 de mayo de 1930, aunque después se recopiló en formato álbum en 1930. 

Esta primera obra fue un encargo expreso del jefe de Hergé, el abate Norbert Wallez, quien llevaba el diario católico belga ‘Le Vingtième Siècle’, en donde se publicó ‘Le Petit Vingtième’. Y la consigna no era otra que crear una historieta que sirviera de propaganda antimarxista para los niños.

El argumento gira en torno al reportero belga Tintín y a su perro Milú, quienes viajan a Moscú, vía Berlín, para hacer un reportaje sobre las políticas del presidente comunista Iósif Stalin. Sin embargo, un agente del servicio secreto soviético intenta deshacerse de Tintín.

A pesar de ello, el joven reportero irá poco a poco descubriendo los secretos de los bolcheviques y cómo estos están robando comida a los ciudadanos soviéticos, manipulando las elecciones y asesinando a sus opositores.

Falta de documentación

La verdad es que Hergé no tuvo tiempo para visitar la Unión Soviética ni de documentarse mucho, por lo que aquella primera historieta con la que se dio a conocer Tintín está llena de gazapos.​

La historieta contiene referencias a los plátanos, a la gasolina Shell o a las galletas Huntley & Palmers, productos que no existían en la Unión Soviética en aquel momento histórico. También se observan errores en los nombres rusos, ya que les añadió básicamente la terminación polaca -ski en lugar del equivalente ruso -vitch.

Se sabe que se basó únicamente en un folleto, ‘Moscou sans voiles’ (Descubriendo Moscú), escrito por Joseph Douillet (1878–1954), un ex diplomático belga que había pasado nueve años en Rusia tras la revolución de 1917. 

Según el tintilogista Michael Farr, “Hergé libremente, aunque de forma selectiva, tomó escenas enteras de la obra de Douillet“, incluyendo “el episodio de las escalofriantes elecciones aparecidas en la página 32 del libro de Tintín”, que era “casi idéntico” a la descripción que había hecho Douillet.​ 

Esta falta de conocimiento sobre la Unión Soviética de Hergé dio lugar a gazapos, pero eso no fue ningún obstáculo para que Tintín continuara con sus aventuras, junto a Milú y el Capitán Haddock, que, en casos como este, seguramente se limitaría a exclamar: “¡Mil millones de mil truenos!”