El test Tarradellas


(Si vols llegir la versió en català del ‘Test Tarradellas’, clica aquí)

TONI AYALA (texto) / MIQUEL FUSTER (dibujo)

A las puertas de la campaña electoral de las elecciones generales de 2019, el discurso político en España pivota día sí, día también, en torno a Catalunya. Y, de paso, sobre el modelo de Estado. Han pasado cuatro décadas desde que se restableció el periodo democrático tras la Dictadura franquista. Y, hoy, las alusiones a la Constitución, al modelo administrativo de las autonomías, a la Monarquía o a una cierta nostalgia de una política basada más en el diálogo que en la crispación son recurrentes.

En los últimos meses, a raíz del conflicto independentista catalán, ha resurgido la figura de Josep Tarradellas. El Gobierno de Pedro Sánchez recurrió al expresidente de la Generalitat como comodín cuando aprobó rebautizar el Aeropuerto de Barcelona, que ha pasado a llevar el nombre de Tarradellas.

Pero, ¿hasta qué punto es un referente? Y, si lo es, ¿por qué se esgrime en la actualidad su obra como ejemplo desde algunos ámbitos de la política catalana y española? Para intentar averiguarlo, hemos hecho un ejercicio de periodismo histórico, que hemos denominado el ‘Test Tarradellas’, que consiste en formular preguntas actuales y hacer que el expresidente de la Generalitat las conteste con sus propias palabras, que él mismo dijo ahora hace 40 años.

De hecho, nos tenemos que situar en el día 20 de octubre de 1977. Josep Tarradellas está en Saint Martin-Le-Beau (Francia) a la espera de coger el avión desde el aeropuerto de Tours hacia Madrid para poner fin a 38 años de exilio y ser nombrado presidente de la Generalitat de Catalunya restaurada. En aquel momento, recibe la visita de un equipo de periodistas de TVE, de una televisión belga y, también, de la periodista Pilar Urbano, quien, posteriormente, publicó una entrevista en el diario ABC.

A partir del trabajo de hemeroteca y estudio de lo que Tarradellas explicó durante aquellas horas previas a coger el avión hacia España, hemos confeccionado este test que, seguramente, el expresidente podría haber respondido también hoy mismo, pues, sus palabras están de plena actualidad este 2019.

Estas son las preguntas, que Tarradellas responde. Miquel Fuster, nuestro dibujante, lo ha inmortalizado en un retrato que acompaña este artículo.

El Test empieza así:

¿Piensa a menudo en el retorno a Catalunya y en qué recibimiento tendrá? ¿Pensaba en que haría cuando volviera?

“No pienso en el retorno ni en el recibimiento. Este no es mi problema. Ahora pienso solo en el trabajo y la responsabilidad que asumiré. Mi posición, el futuro Gobierno que tengo que formar, las relaciones con el Gobierno de Madrid… Tengo trabajo para mucho tiempo. Me encerraré en aquel despacho de la Generalitat y no saldré. Yo no vuelvo a Barcelona ni para pasear ni para ir al fútbol. No. Vuelvo para trabajar para Catalunya y para España”.

¿Ve viable una España federal?

“Mire, yo no soy federalista. Soy federal de Europa. Pero no de Catalunya respecto a España. Ni de las otras regiones y pueblos de España. Francamente, no creo en la viabilidad para nuestro país de una estructura federal”.

¿Catalunya se tiene que integrar de forma autónoma en los organismos internacionales?

“Nada de todo eso. Es España la que tiene que integrarse en Europa y estar presente en los organismos internacionales. Catalunya lo que tiene que hacer, y lo haremos, es ayudar en esta política en la medida de sus fuerzas, propulsar el progreso espiritual y material, político y económico del Estado español, pero… ¡Nada de hacer nosotros ninguna política internacional al margen de España!”

¿Acepta la denominación de ‘región’ para Catalunya?

“Está claro! También la aceptó Macià en el 31. El Estatut decía que Catalunya era “una nación dentro del Estado español”; pero nos dijeron que “nación”, no; y aceptamos “región”, como lo acepto yo ahora. Pero encajar una palabra no quiere decir que yo abandone mi concepto de que somos una “nación”. ¡Si hemos sido un Estado!”

¿Por qué es necesaria la Generalitat?

“Porque representa el deseo de los catalanes de autogobernarse. Este autogobierno es un derecho que hemos ejercido muchas veces a lo largo de nuestra historia. No es ningún invento de ahora, ni una tozudez mía. Por nuestra potencia numérica, por nuestra considerable riqueza material, por nuestra cultura, por nuestra lengua, por nuestro fondo de costumbres, por nuestra voluntad de superación… queremos autogobernarnos y espero que sabremos hacerlo muy bien”.

¿Es posible superar los prejuicios ‘centralistas’ en España sobre el autogobierno catalán?

“Es muy sencillo: se puede superar con la voluntad por delante. Nosotros no queremos hacer ‘rancho aparte’ del resto de pueblos del Estado español”.

¿Republicanismo o Monarquía? ¿Por qué?

“Toda mi vida he sido, soy y seré republicano. A pesar de esta convicción ideológica, hice un viraje en mi estrategia política y no tuve ningún inconveniente en pedir visitar al Rey. Tampoco su Majestad tuvo inconveniente en recibirme. Esto es muy importante: si un Borbón liquidó la Generalitat y desbarató nuestra organización autónoma, otro Borbón la restablece. Durante tres siglos los catalanes hemos topado con una concepción centralista del Estado español… Ah! Los castellanos siempre pensaron que hablábamos catalán para jorobarlos. No era así”.

¿Catalunya puede tener el apoyo del Rey?

“Tengo motivos para creer que puedo contar con el apoyo del Rey Juan Carlos: él ha hecho posible esto (el restablecimiento de la Generalitat)… Y, a la vez, sé que el respeto y la fuerza que Catalunya dará al Régimen actual es algo valioso que servirá mucho a la Monarquía. Y se lo dice un viejo republicano”.

¿Cree posible algún pacto o consenso con el Gobierno español?

“Yo soy un hombre pragmático, pactista. Estoy convencido que hablando se entiende la gente y se llega a algún punto de interés común. Creo en la política del respeto y de los pactos mutuos más que en las manifestaciones de fuerza y violencia. Ahora veo que el señor Suárez (presidente del Gobierno español) hace lo que hice yo este verano: conversar con todos los partidos, buscar un consenso. Esto es bueno”.

¿Hay que formar un Gobierno en el exilio?

“He sido un presidente solitario y artesano. Todo me lo hice yo mismo, sin más infraestructura ni más ayuda que la de mi secretario en París, y la fuerza moral incondicional de mi esposa, Antonieta. Ahora me dicen que fue un acierto no formar ningún gobierno. Pero, en el 52 todo eran presiones: los republicanos, los vascos y los catalanes exiliados… Dije que no. Y evité una guerra civil y que ahora en Catalunya tuviéramos otra ETA”.

¿Acepta las críticas?

“No hago caso de las críticas. Cuando López Rodó (ministro de Exteriores franquista) se oponía a mí, yo no protesté. Le envié un telegrama de felicitación por haber salido diputado. Me dijeron: ‘No te contestará’. ¡Y tanto que me respondió! Ahora me parece que está de acuerdo conmigo y con mi retorno”.

¿Cómo es su forma de hacer política?

“Hay que hacer una política de paz y concordia (…) Yo hago política peldaño a peldaño. Ahora, estoy en otro peldaño”.