Barcelona y Madrid, capitales de las dos Europas


TONI AYALA (texto y foto)

Barcelona y Madrid se han erigido en las capitales de las dos Europas y, al mismo tiempo, de las dos Españas. Los barceloneses han dejado claro que quieren una ciudad progresista y de izquierdas, mientras que los madrileños han decidido que la ultraderecha de Vox sustente los gobiernos municipal y autonómico.

Las elecciones del 26M nos han dejado una radiografía de España y de Europa que apunta diversos síntomas:

Sanchismo

El PSOE de Pedro Sánchez avanza en Europa, con la victoria socialista en las europeas, pero se encalla, otra vez, frente al muro de la derecha que cada vez más tiende a la ultraderecha. Curiosamente, el Sanchismo está arraigando en el área de Barcelona, donde el cinturón vuelve a teñirse más de rojo, como lo demuestran las victorias incontestables en ciudades como L’Hospitalet o Santa Coloma de Gramenet, sin olvidar el significativo incremento de concejales en Barcelona ciudad. Pero, el Sanchismo se frena en Madrid y los pactos de la derecha con los ultras de Vox le pueden hacer recular en otros territorios. La ironía, pues, es que la España más progresista e integradora que preconiza Pedro Sánchez cala más en Barcelona que en Madrid.

Ultraderecha

Pablo Casado volvía a estar en la cuerda floja hasta que los últimos resultados electorales le pusieron en bandeja la alcaldía de Madrid y la presidencia de la Comunidad. Ahora bien, la estrategia que había iniciado el líder del PP de girar hacia el centro tras la debacle del 28A se va al garete, puesto que, pactando con Vox, vuelve a dirigir el timón hacia la ultraderecha. La entente del gobierno andaluz se va a reproducir incluso en la capital de España. Por su parte, Ciudadanos vuelve a fracasar en su intento de superar al Partido Popular, pese a su avance electoral. Vox ha conseguido cinco alcaldías en micropueblos de las dos Castillas. En Catalunya, la ultraderecha no cosecha. Madrid y Barcelona, por lo tanto, son las capitales de dos Españas muy diferentes.

Más Europa

Pese a la amenaza constante del Brexit (y pese a que Nigel Farage haya arrasado con un discurso antieuropeo y de extrema derecha en el Reino Unido), los europeos han demostrado que quieren más Europa. Pese al avance de la ultraderecha de Salvini, Le Pen o Vox, los europeos han dicho que quieren más Europa. Efectivamente, han sido las elecciones europeas que han despertado más interés (un 51% de participación). Si bien sube la derecha más populista, también es cierto que Bruselas será campo abonado para los europeístas. Destaca, por ejemplo, el ascenso de los Verdes o de los liberales de Alde. Que se haya acabado el bipartidismo en Europa es una tendencia que ya hemos visto, por ejemplo, en España. Precisamente, España y Portugal se erigen en la punta de lanza de la Europa más progresista e integradora. Es por eso que llama la atención cómo la ultraderecha se ha hecho con Madrid. El espíritu de Salvini y Le Pen parece tener reflejo en los madrileños, que han decidido abrirse a Vox. 

Europa, catalana

Se va a hablar y mucho de Catalunya en Bruselas, más de lo que se ha hablado hasta ahora. Por el momento, ahora empezará otra vez la pugna por ver si Carles Puigdemont (JxCat) y Oriol Junqueras (ERC) pueden o no ejercer como eurodiputados tras haberles otorgado este derecho los votantes. Pero, como ya se ha demostrado con la suspensión de los presos independentistas electos en el Congreso, una cosa es la voluntad de las urnas y otra lo que la institucionalización de la política decreta. Sea cual sea el resultado, igualmente, en Europa se hablará más que nunca el catalán. De hecho, los dos líderes de los principales partidos españoles (Josep Borrell, PSOE; Dolors Montserrat, PP) son catalanes. En la nueva lucha que se avecina hay un elemento muy importante: Junqueras será el candidato de la Alianza Libre Europea (ALE) a presidir la Comisión Europea. Por su parte, Borrell también tiene aspiraciones. Sea como sea, el movimiento independentista catalán tiene el eco mediático asegurado para rato. Habrá que ver cómo la diplomacia comunitaria -y española- mueve sus fichas. Por su parte, Puigdemont ya ha anunciado que tiene muy clara su estrategia respecto al lío que se va a formar sobre su acta de eurodiputado.

Bipartidismo independentista

Otra de las imágenes de las elecciones del 26M es que el independentismo empieza a tender al bipartidismo, en detrimento de la CUP y otras alternativas. Se ha visto claramente en Barcelona, donde ERC ha ganado la alcaldía, pero donde el independentismo no es mayoritario. El experimento de Barcelona és Capital, con el alcaldable Jordi Graupera, ha acabado por sancionar las aspiraciones de la CUP y por restar votos a JxCat. La división del independentismo en cuatro formaciones ha acabado por restarle peso en el Ayuntamiento barcelonés. Por otro lado, JxCat ha ganado a ERC en las elecciones europeas. Por lo tanto, el intercambio de golpes entre Esquerra y Junts o entre Junqueras y Puigdemont continúa. Si bien son socios de Govern en la Generalitat, habrá que esperar a las próximas elecciones autonómicas catalanas para ver quien gana definitivamente el pulso. 

El PSC ha vuelto para quedarse

Los socialistas catalanes están de vuelta tras “la travesía por el desierto”, según han reconocido ellos mismos en los discursos de la noche electoral. Está clarísimo que al cinturón metropolitano de Barcelona le ha salido otra vez la sangre roja tras conseguir curar la herida de los últimos años. Es más que evidente que el PSC está apuntando directamente su estrategia hacia el Palau de la Generalitat. Miquel Iceta lo dejó entrever en su discurso. Ya se ven como alternativa de gobierno. El avance del PSC en Catalunya en las estatales, europeas y municipales debe ser un toque de atención para los independentistas de cara a las elecciones catalanas. ERC ha subido en votos en el área metropolitana y, seguramente, podrá gobernar la importantísima Diputació de Barcelona. Ernest Maragall (ERC) apostó en campaña por una visión metropolitana, acercándose a los postulados socialistas que defienden una Área Metropolitana fuerte. Es evidente que Barcelona, una ciudad saturada en muchos aspectos, solo puede crecer colaborando con el Besòs y el Llobregat, pero será interesante ver si el Área Metropolitana es un contrapoder o un poder productivo para todos estos próximos cuatro años. Los socialistas tendrán mucho que decir, también, en esto.

Ciudadanos

Para Ciudadanos, las consecuencias negativas de perder en Catalunya a Inés Arrimadas son cada vez más evidentes. La pregunta es si volverá para presentarse otra vez como cabeza de lista de Cs en las autonómicas. El experimento de Manuel Valls en el Ayuntamiento de Barcelona ha sido, simplemente, eso, un experimento. No ha tenido prácticamente ningún efecto. Si antes, Cs ya tenía fama de ser un partido que no conocía la ciudad, traer al ex-mandatario francés no se antojaba una buena idea. Y los resultados están ahí, puesto que no consigue ser una fuerza decisiva en el bloque no independentista. Todo lo contrario que el PSC, donde Jaume Collboni ha jugado bien sus cartas. Ahora, será muy interesante ver qué estrategia adopta. De momento, parece ser que el PSC apostaría por dificultar la alcaldía independentista. “Haremos lo posible para que Barcelona no tenga un alcalde independentista”, ha afirmado el líder socialista, Miquel Iceta. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Hasta qué punto las carambolas post-electorales pueden ofrecer otro resultado? Para cualquier alternativa, Valls sería necesario. Su participación en la manifestación de ultraderecha de la plaza de Colón pesa como una losa en una Barcelona que se declara abiertamente de izquierdas.

Barcelona es sobre todo de izquierdas

Ernest Maragall se convertirá en alcalde independentista. En sus discursos, los dirigentes republicanos se remontaron a los años 1931 y 1939. Barcelona tendrá, seguramente, un alcalde independentista, pero que también es de izquierdas. La primera sigla de ERC es Esquerra y los barceloneses han dado la mayoría de sus votos, inequívocamente, a formaciones de izquierdas. De hecho, la izquierda gana claramente al independentismo como ideología en la ciudad. Pero, al mismo tiempo, es obvio que el independentismo se ha ganado el derecho de gobernar. Si Maragall consigue un equilibrio productivo entre estos dos conceptos, podrá ejercer su cargo con más o menos estabilidad; si, por el contrario, se decanta mucho por un solo lado, sufrirá. ERC tiene 10 regidores en Barcelona, una cifra con la cual es dificilísimo gobernar no ya la Casa Gran, sino que hay que pensar en los Distritos y barrios de la ciudad. Maragall era el político con más experiencia municipal de todos los candidatos y, seguramente, lo único que debe hacer es aplicar el maragallismo para poder salir adelante. Ernest no es Pasqual, pero sí que es Maragall.

Ada Colau

Desde que Jordi Hereu (PSC) perdiera la alcaldía para el PSC a manos de Xavier Trias (CiU) y que éste la perdiera, a su vez, ante Ada Colau (BComú), no hay manera de que un mismo alcalde o partido repita en el gobierno municipal de Barcelona, donde ahora estará ERC con Ernest Maragall. Una ciudad que había sido durante tantos años coto privado del PSC, verá cómo la alternancia política se implanta definitivamente como si empezara a formar parte de su ADN. Hereu se fue; Trias también, y Ada Colau, igual que Manuela Carmena en Madrid, se antoja difícil que siga en el Ayuntamiento barcelonés. Se le abre la vía de ser candidata en las próximas elecciones catalanas para intentar ser presidenta de la Generalitat o bien, si Unidas Podemos entrara en el Gobierno de Pedro Sánchez, igual podría ser ministra. El tiempo lo dirá, pero no parece factible que Ada Colau aguante en el Consistorio una vez no es alcaldesa.

Pablo Iglesias

Para el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, parece ahora más importante que nunca entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez. Los malos resultados del 26M son un duro golpe y dar apoyo al gobierno socialista desde fuera, sin tener la visibilidad de algún ministerio, relegaría a esta formación a un cierto ostracismo mediático y de poder. Por eso, Iglesias, seguramente, debería echar el resto para gobernar con los socialistas.

El juicio

Las elecciones del 26M han demostrado que la derecha / ultraderecha aún tiene mucho peso en Madrid. Y es en Madrid donde se celebra el juicio del Procés independentista catalán. Un partido que sustentará los gobiernos madrileños, Vox, incluso actúa de acusación contra Junqueras y compañía. Uno de los alcaldables de Barcelona, Joaquim Forn, está sentado en el banquillo de los procesados en el Tribunal Supremo. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ya ha vuelto a colgar la pancarta de “libertad para los presos y exiliados” catalanes en el balcón del Palau de la Generalitat. Ernest Maragall (ERC) centró buena parte de sus palabras como futuro alcalde de Barcelona en la libertad de los procesados. Una vez más, el destino de España no está en manos de los políticos, sino del poder judicial. Esto es así desde hace una década, cuando todo empezó con el lío del Estatut de Catalunya y la sentencia del Tribunal Constitucional. De todas formas, al final, sea cual sea el resultado de la sentencia del Tribunal Supremo, se producirá un efecto boomerang, ya que, diez años después, el problema volverá a estar en manos de los políticos. Ya no será cosa del PP de Mariano Rajoy, sino del PSOE de Pedro Sánchez.

En todo caso, más que nunca, habrá que tener en cuenta que Barcelona y Madrid son hoy las capitales de las dos Europas (y de las dos Españas).