Pactos en Barcelona (The Big Bang Theory)


TONI AYALA (texto)

Como buen científico, Sheldon Cooper, principal personaje de la famosa serie de televisión The Big Bang Theory, utiliza la pizarra para formular hipótesis de resolución de problemas para todo lo que le rodea, incluso para resolver dilemas sentimentales. En una de las divertidas escenas de esta comedia, el físico recurre a la pizarra cuando se da cuenta de que todos los que le rodean están enfadados unos con otros. Por eso, empieza a agrupar a las personas según sus afinidades: “él puede estar en la misma habitación que ella, pero él y ella no pueden verse con este otro; en cambio, ella y él, sí, pero, a su vez, no con aquellos dos…”

Desde que el pasado domingo 26 de mayo se conociera el resultado de las elecciones municipales de Barcelona, se ha declarado una especie de The Big Bang Theory a la barcelonesa para establecer los posibles pactos post-electorales. Para resolver este embrollo, lo más fácil es recurrir al método Sheldon Cooper, coger la pizarra y construir las diferentes ecuaciones que puedan llevar a un resultado final.

Ernest Maragall

Si una cosa caracterizó el arranque de la pre-campaña electoral barcelonesa fue que, quien más quien menos, quería apropiarse de la herencia maragallista del alcalde Pasqual Maragall. Pero, de entre todos los candidatos y candidatas solo había un Maragall, Ernest, el hermano del ex-alcalde Pasqual Maragall. Él ha ganado las elecciones, pero, como ya se intuía, podría ser que quien venciera no necesariamente fuera alcalde. Es, precisamente, lo que está por ver. Ernest Maragall es el jefe de lista de ERC, después de que el partido quitara de en medio a Alfred Bosch (ganador de las primarias republicanas). En su primer discurso tras ganar los comicios, Maragall se acordó de Jaume Aiguadé, alcalde de ERC de 1931 a 1933, tras la dictadura de Primo de Rivera. Una cosa curiosa que vale la pena apuntar en la pizarra de los pactos es que Esquerra Republicana de Catalunya ganó aquellas elecciones en coalición con la Unió Socialista de Catalunya, que, atención, fue un partido fundado el 8 de julio de 1923 como una escisión de la federación catalana del PSOE. A nadie se le escapa que Ernest Maragall forma parte del grupo de socialistas catalanes (y catalanistas) que, en los últimos años, abandonaron el PSC para acercarse a partidos de ideología más independentista. En el caso de Maragall, ERC. Pero, Ernest Maragall no solo ha sido socialista, sino que tiene experiencia en el socialismo que, años atrás, formaba parte de los tripartitos de izquierda con ICV (lo más cercano a los actuales comunes de Ada Colau) y Esquerra.

Alcalde independentista del siglo XXI

El concepto de alcalde independentista asociado a Barcelona no es ninguna novedad. Y no hay que escarbar mucho en la historia para darse cuenta de que la capital catalana ya ha tenido un alcalde independentista, incluso, cuando gobernaban los socialistas. Y es que hay una figura, conocida como el Alcalde Accidental, que es quien gobierna la ciudad en ausencia del Alcalde. ¿Nadie se acuerda ya que, en pleno siglo XXI, Barcelona ha tenido un alcalde independentista, aunque sea temporalmente, durante al menos 10 veces? Tan solo hay que repasar el discurso de despedida de Jordi Portabella, líder de ERC en el Ayuntamiento barcelonés durante casi dos décadas: “Quiero dar las gracias a la ciudadanía de Barcelona que ha votado las candidaturas que he encabezado durante los últimos 16 años. Es gracias a ellos que he tenido el privilegio de ser durante 8 años teniente de alcalde, en una decena de ocasiones alcalde accidental, y durante 8 años más, regidor de la oposición”. A veces las cosas se tienen que ver con perspectiva. Es lo que haría Sheldon Cooper en su pizarra. Portabella fue alcalde (temporal) independentista de Barcelona formando gobierno con el PSC y con lo que ahora serían los Comunes. Un gobierno tripartito de izquierdas que coincide con los tres partidos más votados en las últimas elecciones del 26 de Mayo. En total, suman 28 regidores, una mayoría más que absoluta.

Ada Colau y Xavier Trias

Cuando Xavier Trias perdió la reelección a la Alcaldía de Barcelona, también, por un puñado de votos, frente a Ada Colau (BComú), más de uno se puso las manos a la cabeza cuando el líder de CiU anunció en seguida que renunciaba a intentar un gobierno alternativo. Muchos pensaron que le pudo en exceso su fair play político, sin duda, una cualidad de otros tiempos y que hoy en día escasea mucho. Era el año 2015. En la actualidad, parecía que, en un primer momento, Ada Colau hacía un Trias y se descartaba para luchar por la Alcaldía, pero, con el paso de las horas, se ha hecho evidente que, en cuatro años, han cambiado muchas cosas en la política municipal barcelonesa, incapaz de abstraerse de la política catalana y española para centrarse en la ciudad. Hace no muchos años todo era más fácil a la hora de pactar: el Ayuntamiento de izquierdas era un contrapoder del Palau de la Generalitat en manos de los nacionalistas de CiU. Y sucedió a la inversa cuando la izquierda consiguió el Govern mientras los nacionalistas de CiU conseguían la alternancia en la Casa Gran. Ahora todo es más complicado porque está contaminado. El primer ofrecimiento de Ada Colau fue para formar un gobierno de izquierdas con ERC y PSC, pero, claro, los socialistas ya no están por la labor de compartir las riendas de la ciudad con independentistas. El problema para Colau es que solo puede sumar mayoría si la avala Manuel Valls y Ciudadanos, los mismos de la manifestación de la ultraderecha de la plaza de Colón. Si Colau lo aceptara, ¿Pedro Sánchez (PSOE) le debería hacer un gran favor a Pablo Iglesias (Unidas Podemos) a la hora de pactar un posible gobierno español de coalición? ¿Sería suficiente?

Jaume Collboni

Cuando Jaume Collboni empezó tenía un problema como candidato: no conseguía que la gente -los barceloneses- le conocieran. Le costaba que lo identificaran como el líder del PSC y aspirante a alcalde. Pero, Collboni ha aguantado el tipo, se ha mantenido y, siempre que ha podido, ha intentado entrar en el gobierno municipal. A mediados de noviembre de 2017, es decir, hace dos días como aquel que dice, Jaume Collboni estaba muy enfadado con la ruptura del pacto de gobierno entre Barcelona en Comú y el PSC. “Me equivoqué”, afirmó, muy molesto con Ada Colau. El líder socialista aseguró que la alcaldesa había roto con el PSC para preparar un pacto entre los comunes y ERC en la Generalitat (luego se ha demostrado que gobierna JxCat y ERC). Además, afirmó que, cuando pactó con Colau para compartir el gobierno municipal, estaba convencido de que ella “quería proteger a Barcelona, poner las políticas sociales por encima del debate nacional, que su prioridad era la defensa de los derechos sociales y la reactivación económica: me equivoqué”. Collboni acusó a Colau de sumarse “al frente indepentista”. Con este precedente, si se consumara ahora un nuevo pacto BComú – PSC, lo que antes les dividió, ahora les volvería a unir. Se dice que, ahora, los socialistas pedirían más contrapartidas a Colau (incluso alternar la alcaldía cada dos años) y es cierto que las palabras de Collboni van en consonancia con el discurso de Colau el 26M de priorizar las políticas de izquierda. Pero, una vez más, esta ecuación se topa con el apoyo de Valls – Ciudadanos, más cómodo para los socialistas y, a priori, muy indigesto para los Comunes.

Manuel Valls

El ex-dirigente francés ha cosechado un resultado más bien discreto en las elecciones, pero, aún así, está ganando protagonismo en el debate post-electoral por esa corriente que alimenta su apoyo a un hipotético acuerdo de gobierno BComú – PSC para desbancar a Ernest Maragall (ERC) de la Alcaldía. El “todo por la patria” de la plaza de Colón se traduciría en un “todo para evitar un alcalde independentista”. Pero, ¿qué modelo de ciudad defiende Manuel Valls? Pues no tiene nada que ver con la Barcelona de Ada Colau, no ya a nivel de seguridad ciudadana o cómo afrontar fenómenos como el turismo o el top manta, sino cuestiones también claves como la vivienda. Valls cosechó sus votos en Sarrià – Sant Gervasi, el distrito de más alto poder adquisitivo de la ciudad, nada que ver con el votante de los comunes o de los socialistas. Por otro lado, uno puede pensar que es evidente que no hace falta que Valls entre en el gobierno municipal, tan solo con que ceda tres de sus votos en la investidura ya es suficiente. Y, después, a hacer oposición. Es una opción y el votante de Barcelona en Comú, incluso, podría llegar a pensar aquello de que “a caballo regalado”… Pero, da la impresión que los personalismos también podrían entrar en juego en esta ecuación.

Soto del Real

Barcelona tiene debates y proyectos eternos: la plaza de las Glòries, la estación de la Sagrera, Montjuïc, la Sagrada Família… Y, durante muchos años, la Modelo. La prisión, uno de los iconos de la ciudad a nivel de memoria histórica, ha encarrilado su transformación como equipamiento ciudadano después de muchos años de espera y de muchas discusiones en el Pleno municipal. Pero, ahora, se da la circunstancia de que otra cárcel, la de Soto del Real en Madrid, marca la política municipal barcelonesa. Allí está preso de forma preventiva Joaquim Forn. No solo ha sido el jefe de la lista de JxCat en estas elecciones, sino que es evidente que, por su trayectoria anterior como regidor municipal, ya ha trabajado mucho por Barcelona. Ernest Maragall ha invitado a Ada Colau a visitarlo a la cárcel. Si la líder de los comunes aceptara finalmente formar gobierno con el PSC, se daría una situación bien curiosa. La izquierda no independentista gobernaría Barcelona gracias al apoyo de la derecha que impide un gobierno de izquierdas en el Ayuntamiento de Madrid. Y es que Ciudadanos (la lista de Valls) podría dar apoyo a unos y otros en ambas capitales. Y, no solo eso, en Madrid con la complicidad de la ultraderecha. Otro elemento de reflexión es que el alcaldable de JxCat en Barcelona, Joaquim Forn, es interrogado en el juicio del Procés en el Tribunal Supremo por el alcaldable de Vox en Madrid, Javier Ortega Smith. El efecto Soto del Real también planea sobre los pactos post-electorales.

La comunidad

Por último, hay otro elemento que hay que tener en cuenta en nuestra pizarra de la versión barcelonesa de The Big Bang Theory. Acostumbra a pasar desapercibido, pero es importante. Incluso, a veces, puede ser clave. Cuando un partido gana unas elecciones pasan dos cosas: tiene que agradecérselo a mucha gente y tiene que situar a su gente en su gobierno. Por lo tanto, a la hora de los pactos también puede llegar a contar cuántos de los míos pueden tener (o mantener) su puesto de trabajo en el Ayuntamiento. Y es que una cosa son los artistas de la feria y otra los numerosos feriantes que les acompañan para que puedan realizar su espectáculo. Esto también forma parte de la política y es capaz de superar cualquier escollo ideológico.